¿Qué velocidad alcanzaremos cuando corramos a visitar a padres y abuelos?
¿Seguirán los saludos con el codo o volveremos pronto a los besos? ¿Daremos la mano firme y sostenida sin salir disparados hacia el agua y jabón?
¿Sentiremos ganas de abrazarnos hasta con el guarda del tren?
¿Cuándo volverán las rondas de mate en casa y en el laburo? ¿Nos animaremos alguna otra vez a cebarle a extraños y desconocidos?
¿En cuántos días/semanas/meses dejaremos de buscar alcohol en gel?
¿Nos seguiremos acordando de preguntarle a la viejita de al lado si le hace falta algo?
Los que tengamos suerte de conservarlo, ¿regresaremos contentos al trabajo?
¿Cuántos bondis llenos dejaremos pasar antes de subirnos a uno?
¿Tendremos plata en los bolsillos? ¿Qué gustito nos daremos desesperadamente? ¿A quién le pagaremos el primer café?
¿Qué porcentaje de concreción tendrán los levantes virtuales de la cuarentena?
¿Serán días prolíferos para el amor o sólo se tratará de ponerse al día ante tanta pasión contenida?
¿Conseguiremos turno en la peluquería o batiremos el récord de nuestros pelos más largos?
¿Qué amigo organizará la primera picada? ¿Y cuándo será el primer picado? ¿Nos guardarán la horita y media semanal para el fulbito de los martes? ¿Le echaremos en cara al 9 los goles errados bajo el arco luego de un mes de inactividad?
¿Cuántas noches seguidas soñaremos con el doc López Rosetti anunciándonos la vacuna?
¿Nos pondremos presentables o saldremos a la calle con la remera agujereada que recuperamos en la cuarentena?
¿Seremos capaces de aflojarle un poco a Netflix?
¿Compartiremos con buena cara el ascensor con los vecinos? ¿Cuánta cara de culo le pondremos al primero que nos estornude cerca?
¿Cuánto tiempo se extenderá la sobremesa en la primera salida de ellas y ellos?
¿Cuándo volverán a ser normales los viajes hacinados en el subte?
¿Qué comerciante del barrio ligará el primer “ladrón” por el precio de la mercadería?
¿Cuántas horas tardarán los motochorros en volver a la acción?
¿Seguiremos socializando en los balcones? ¿Cuándo se apagarán los aplausos a médicos y enfermeros?
¿Uno de cada cuántos creyentes irá a pedir, agradecer o llorar a la iglesia?
¿A las cuántas cuadras encontraremos al primer tarado tirando un papel en la calle? ¿En cuánto ensuciaremos otra vez parques, playas, ríos y mares?
¿Cuál de todos los trámites pendientes nos ganará por cansancio?
¿Mantendremos la distancia en la cola de cajeros y supermercados?
¿Coronavirus será, con el tiempo, una de las peores malas palabras de la historia de la humanidad?
¿Seguirán impactándonos diariamente las cifras de infectados, muertos y recuperados?
¿Volveremos a disfrutar el estar encerrados en casa?
El día que nos abran de nuevo la jaula, ¿habremos aprendido a ser mejores ahí afuera o extrañaremos estas cuatro paredes?
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