Hoy, domingo 26 de junio, se cumplen 20 años del asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en la estación de Avellaneda, la cual fue rebautizada con el nombre de los jóvenes que murieron en manos de la Policía.
"No era tan instantáneo como es ahora. Si pasaba algo a 500 metros y la Policía quería ocultarlo, como finalmente ocurrió, masacraron a dos personas y dijeron que fue un enfrentamiento entre dos grupos piqueteros", lanzó Guillermo Panizza, cronista de Telefe Noticias y testigo de la tragedia que marcó un antes y un después en el país.
En medio de un clima político caliente, y con una crisis económica aguda, era común que el pueblo se plantara en las calles para hacerse escuchar. Pero ese miércoles, las fuerzas de seguridad bonaerenses reprimieron brutalmente a quienes salieron a reclamar por "trabajo digno, alimentos y planes de trabajo”, dispararon balas de plomo contra los manifestantes y asesinaron a sangre fría a Maximiliano y Darío.
Mientras el diario Clarín escribía que “la crisis causó dos nuevas muertes”, los funcionarios repetían que “se mataron entre ellos”. El 2 de julio de ese mismo año, Eduardo Duhalde anunciaba el adelantamiento de los comicios presidenciales para marzo, en un intento por evitar correr la misma suerte de sus predecesores, que habían caído producto de una revuelta popular.
Para diciembre de 2005, los expolicías de la provincia, Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta, autores materiales de los homicidios fueron condenados a penas de prisión perpetua.
El crimen de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki es un hito en la historia de Argentina. Más allá de las consecuencias políticas que arrastró, dejó una huella eterna en las organizaciones sociales, quienes supieron convertirlos en un símbolo de lucha.
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