Portada  |  27 noviembre 2024

Casi 50 años después, la lucha sin fin por los franceses desaparecidos en Argentina

Annie Domon nunca encontró el cuerpo de su hermana Alice, pero vio cómo condenaban al responsable de su desaparición durante la dictadura en Argentina en 1977, una justicia que siguen esperando otras familias de franceses desaparecidos mientras luchan contra el olvido.

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"No tengo ningún deseo de venganza. Simplemente, hay que hacer justicia (...) La justicia es indispensable", afirma a la AFP la mujer de 84 años en su casa a las afueras de Vierzon, en el centro de Francia, plagada de recuerdos.

Una foto en blanco y negro de Alice cuelga en su cocina. En ella, "Lisette" bebe mate, meses antes de su arresto en 1977 en la iglesia de Santa Cruz de Buenos Aires junto a Esther Ballestrino, Azucena Villaflor y María Ponce, fundadoras de la asociación Madres de la Plaza de Mayo, entre otros.

Las llamadas "monjas francesas" -Alice Domon y Léonie Duquet- se convirtieron en un "símbolo" en Francia de estas desapariciones. Según la reconstrucción judicial, ambas fueron arrojadas al mar en un "vuelo de la muerte" la noche del 14 de diciembre de 1977 junto a 10 activistas más.

"Alice era alguien que fue hasta el final de sus convicciones", asegura Annie. Su hermana nació en 1937 en Charquemont, en el este de Francia, y, en 1967, puso rumbo a Argentina como religiosa de la Congregación de las Hermanas de las Misiones Extranjeras.

Allí estuvo trabajando especialmente en las villas miseria, pero, en 1976, al notar que gente de su entorno empezaba a desaparecer, decidió regresar desde el norte del país a Buenos Aires, donde trabajó con las Madres de la Plaza de Mayo hasta su detención, explica.

"Francia no olvida"

Su historia volvió a la primera plana tras la reciente visita del presidente francés, Emmanuel Macron, a la iglesia de Santa Cruz, donde, a pedido de las familias, reiteró la tradicional posición oficial: "Francia no olvida".

Casi medio siglo después, esta frase resuena con más fuerza, cuando el actual presidente argentino, el ultraliberal Javier Milei, es acusado de revisionismo sobre los hechos ocurridos durante la dictadura (1976-1983).

Las palabras de Macron son "reconfortantes para nosotros, pero también para los argentinos que sufrieron", asegura Annie, quien asistió al juicio en Argentina que impuso cadena perpetua al exmarino Alfredo Astiz, de 73 años, por el caso de las "monjas francesas".

Aunque el tradicional consenso cifra en 30.000 el número de desaparecidos durante este régimen, las actuales autoridades defienden que fueron menos de 9.000. Al menos 22 eran franceses.

Pero las familias de estos últimos también esperan actos, como el nombramiento por Francia y Argentina de personas "que se encarguen de [su] búsqueda", asegura Jean-Pierre Lhande, presidente de la asociación que los agrupa.

Aunque la tarea podría parecer ahora imposible, varios cuerpos enterrados sin identificar pudieron ser identificados ya entrado el siglo XXI, entre ellos el de Duquet, devuelto por el mar a tierra firme en 1977 e inhumado entonces en una fosa común.

"La desaparición es peor que la muerte", subraya desde Argentina Éric Domergue, un periodista de 68 años, para quien su "gran satisfacción" fue que se identificara el cuerpo de su hermano Yves en 2010 y que sus padres cerraran esta "herida abierta".

"Libertad, memoria, justicia"

Cuando su familia decidió regresar a Francia en 1974, Yves Domergue decidió quedarse en Argentina, adonde llegó con 4 años en 1959, para continuar con sus estudios universitarios, al tiempo que militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores.

En 1976, ya en la clandestinidad, informó a su hermano que se marchaba unos días de Buenos Aires, pero nunca volvió. Su cuerpo y el de su pareja mexicana Cristina Cialceta se identificarían 34 años después en Melincué, a 300 kilómetros de la capital.

Pese al hallazgo de los restos y la condena de quien ordenó asesinarlos, Éric sigue luchando y el domingo entregó una carta a Macron expresando su "temor" sobre una "amnistía" en Argentina a los represores condenados.

"Cuando hablo de Yves, también me refiero a los 30.000. El combate por la libertad, la memoria y la justicia para los 30.000 continúa", subraya.

En Francia, la batalla también es en los tribunales. En 1990, la justicia condenó en rebeldía a Astiz, apodado el "Ángel rubio de la muerte", a cadena perpetua en el caso de Domon y Duquet, y, desde 1998, hay abierta una investigación sobre otros 11 desaparecidos franceses, según una fuente judicial.

Para concluir la investigación, queda comprobar "si hay personas que ya hayan sido condenadas por los mismos hechos" en Argentina para "no duplicar los procesos", asegura la abogada de las familias Sophie Tonon, precisando que este "punto difícil necesita un cierto tiempo".

Mientras tanto, los familiares de los desaparecidos, especialmente sus padres, los testigos y los represores van envejeciendo y muriendo. Con su muerte, estos últimos se llevan con ellos "la memoria de lo que hicieron, vieron, escucharon" y "la posibilidad de castigarlos por sus crímenes", advierte. (AFP)

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