En el corazón de Rosario, en "La República de ´la Sexta'", donde la pasión por el fútbol se respira en cada esquina, nació una historia que mezcla creatividad, esfuerzo y un profundo sentido de comunidad. Tomás Manchuca, fundador de Fénikks, transformó la necesidad en oportunidad y hoy sus canilleras recorren canchas de todo el país, llegando incluso a ídolos como Lionel Messi.
Todo comenzó con un sueño compartido por miles de chicos: jugar al fútbol y mejorar la calidad de vida de su familia. Pero la realidad muchas veces golpea fuerte. En la casa de Tomás, como en tantas otras, no sobraba la plata y romper una canillera significaba un problema. Sin recursos para comprar unas nuevas, se las ingenió: cortó un balde del patio con una sierra de su papá, lo moldeó con el secador de pelo de su abuela y hasta le estampó imágenes de su familia. La primera vez que las usó en el club, sus amigos no podían creerlo: “Están buenísimas”, le decían.
Al principio, Tomás sentía vergüenza de venderlas y no se presentaba como el autor de las mismas, pero pronto entendió que detrás de esa idea había una oportunidad. Fue así que, en el último año de la secundaria, se animó a pedir ayuda y nació Fénikks.
El camino no fue fácil. Crear una página en redes sociales y recibir el primer “me gusta” fue solo el comienzo. Se contactaron con futbolistas juveniles de Central y Newell’s, les regalaban canilleras a cambio de una historia en Instagram. Las primeras entregas locales en Rosario las hacían en bicicleta y aprendieron sobre la marcha a usar servicios de envío para llegar a todo el país.
Cuando Fenikks tomó forma
Pero el verdadero diferencial llegó con una misión: transformar residuos plásticos en canilleras de fútbol. Recorrieron obras buscando PVC, pero no era suficiente, la cantidad de insumos para reciclar no eran suficientes. Entonces, crearon puntos de recolección en clubes de barrios desfavorecidos, donde juntan tapitas plásticas para reciclar. Por cada par vendido, donan otro a chicos y chicas de esos clubes, apostando al poder de la inclusión social.
Hoy, Fénikks puede producir hasta 40.000 pares de canilleras por mes, transformando toneladas de plástico en un producto que, además de proteger, inspira. El modelo es claro: quien puede comprar, paga 29.000 pesos y, al hacerlo, permite que otro chico o chica reciba un par como donación. Así, el círculo solidario se multiplica.
Llegar a las manos del "Messías"
El reconocimiento llegó de la mejor manera: las canilleras de Fénikks ya están en los clubes más grandes del país y, en los últimos días, llegaron a manos de un rosarino que no necesita presentación. Ese chico que a los 13 años se fue a Barcelona y se convirtió en el más grande de todos: Lionel Messi.
Para Tomás, el mayor orgullo es ver que los chicos de los barrios sienten que esas canilleras que reciben son las mismas que usan sus ídolos. Y que, como él, pueden soñar en grande, porque en Argentina "el mejor país del mundo", según sus palabras las puertas se abren y el tejido social hace posible lo imposible.
Info: Caro Hernández Cufré
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