El Día Mundial del ACV no es solo un recordatorio médico. “Es un llamado a habitar el cuerpo como territorio sagrado, a dejar de vivir con la cabeza desconectada del corazón. La prevención comienza por una nueva relación con nosotros mismos: más amorosa, más consciente e íntima. Escuchar tu cuerpo es también escucharte”, explica Lic. Elizabeth Schulz, sexóloga clínica, presidenta de la Federación Sexológica Argentina y directora del Instituto Carmenta de Psicología y Sexualidad Femenina.
Muchas personas viven presionadas internamente por sostenerlo todo: trabajo, hogar, vínculos, ideales de perfección. Ese exceso de tensión, no solo física, sino psíquica, puede volverse una fuerza que el cuerpo descarga por la vía del síntoma.
El ACV confronta a las personas con una verdad profunda: “Lo que no fluye en el alma, termina deteniéndose en el cuerpo”, advierte Schulz.
El accidente cerebrovascular (ACV) es una de las principales causas de muerte y discapacidad en el mundo. Pero más allá de las estadísticas, el ACV invita a reflexionar sobre el flujo vital: la circulación de la sangre como metáfora del movimiento del alma, del deseo y de la consciencia. En hombres y mujeres, el exceso de exigencia, el estrés y la desconexión del cuerpo pueden bloquear ese flujo interior. Prevenir también es escuchar los ritmos del corazón y del cerebro como mensajes de la vida.
¿Qué es un ACV?
Un accidente cerebrovascular ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro se interrumpe (isquemia) o cuando un vaso cerebral se rompe (hemorragia). En ambos casos, las neuronas dejan de recibir oxígeno, provocando daño cerebral que puede dejar secuelas físicas, cognitivas o emocionales. Es una urgencia médica. Cada minuto cuenta. Cuanto antes se actúe, más posibilidades de recuperación.
Señales de alerta
El cuerpo avisa.
Recordá la palabra RÁPIDO (FAST):
- Rostro: caído de un lado
- Brazo: dificultad para mover un brazo
- Palabra: habla confusa o lenta
- Inmediato: llamar a emergencias
- Dolor de cabeza: intenso sin causa
- Ojos: visión borrosa o pérdida repentina
No esperes. Actuar rápido salva neuronas.
Factores de riesgo más frecuentes
Hipertensión arterial (principal causa). Colesterol elevado o diabetes. Tabaquismo, alcohol, sedentarismo. Estrés crónico, sobrecarga emocional. Falta de descanso, insomnio, ansiedad. Alimentación alta en ultraprocesados.
En la mujer, además, influyen factores hormonales, anticonceptivos, embarazo o menopausia. Por eso el cuidado cardiovascular debe ser diferenciado y con mirada de género.
Autocuidado femenino: prevenir es amarse
Cuidar la salud cerebral y cardiovascular no es solo hacerse chequeos. Es detenerse, respirar, descansar, pedir ayuda, decir “no” cuando algo oprime.
El autocuidado es una forma de erotismo maduro: escuchar los límites, honrar el cuerpo y elegir el bienestar como acto político y espiritual.
Revisá tu presión arterial y tus análisis. Dormí al menos 7 h por noche. Caminá 30 minutos diarios. Hablá de lo que te pesa: la palabra también libera presión.
El puente entre cerebro y corazón: pensar con amor, sentir con conciencia
El cerebro y el corazón dialogan de manera constante, no solo a través de la biología sino también del alma. El nervio vago lleva las señales del corazón al cerebro: cuando el corazón se acelera, el cerebro escucha. Cuando el corazón late en calma, la mente se ordena. Esa armonía se llama coherencia, y es el estado donde sentir y pensar se abrazan.
* Adriana Sandro es Psicóloga UBA y Periodista en Telefe Noticias. Especialista en Trastornos de la alimentación y Sexología clínica - MN 53315
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