Por Lic. Adriana Sandro*
La revolución digital ha transformado de manera irreversible nuestras formas de vivir, vincularnos, aprender, trabajar y construir identidad. Hoy, niños, niñas, adolescentes y jóvenes crecen en un ecosistema en el que la vida online y la vida offline ya no pueden pensarse como esferas separadas, sino como dimensiones coexistentes, entrelazadas y mutuamente constitutivas. Lo virtual no es una extensión de lo real, sino parte de su estructura misma.
De hecho, en foros y relatos personales de la generación Z, se habla de la IA como si tuviera conciencia. Esta ilusión puede resultar emocionalmente útil para ofrecer una escucha sin juicios y, en la fantasía, estrictamente privada, pero corre el riesgo de sustituir y de modificar todo en la estructura de las conexiones humanas. Al mismo tiempo, ese acto de eludir y “saltearse” la ayuda profesional capacitada deja en claro varios peligros, siendo uno de los más notables la no percepción de patologías graves y/o potencialmente peligrosas para la persona o la sociedad. A diferencia de un terapeuta formado, la IA no puede interpretar estas proyecciones ni confrontar o alertar sobre patrones destructivos.
La mutación cultural y tecnológica ha reconfigurado la subjetividad contemporánea, generando nuevas formas de deseo, de exposición, de vínculo y, también, de padecimiento. Estos han sido temas de debate en el Congreso Argentino de Salud Mental, organizado por la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), miembro con derecho a voto de la World Federation for Mental Health (WFMH).
Nuevos escenarios vs. nuevos riesgos
En este nuevo escenario emergen riesgos que, aunque cotidianos y generalizados, permanecen en gran medida invisibilizados o mal comprendidos.
“Habitar el mundo digital requiere algo más que acceso: exige formación, alfabetización crítica y acompañamiento. Porque si bien las tecnologías pueden ser herramientas valiosas para el aprendizaje, la expresión y la conexión social, también pueden volverse espacios de riesgo, exposición, manipulación y violencia si se transitan sin cuidados ni reflexión”, señaló el presidente honorario de la AASM y coordinador del Sector Adicciones del Hospital Álvarez, Dr. Alberto Trimboli, en su libro "Ciberlaxia".
El juego como paradoja digital
“En el nuevo contexto digital, el juego se vuelve paradójico: si bien niños, adolescentes y adultos parecen gozar de libertad, diversión y autonomía, muchas veces están inmersos en entornos diseñados para capturar su atención, sostener su permanencia y convertir sus acciones en datos. El juego deja de ser un espacio libre para convertirse en una forma de productividad encubierta, que explota emocional y cognitivamente al sujeto bajo la apariencia de entretenimiento”, revela el Dr. Trimboli.
Las redes sociales se convierten en escenarios de competencia por los likes. La necesidad de encajar en un mundo donde la cantidad de “me gusta” define poder y pertenencia expone un nuevo modelo económico: ya no consumimos únicamente productos, nosotros mismos nos convertimos en el producto.
Gamificación: ¿diversión o manipulación?
Plataformas, aplicaciones y entornos educativos y laborales se estructuran crecientemente a través de mecanismos de recompensa, desafíos e historias que apelan a la lógica del juego. La llamada “gamificación” busca aumentar el compromiso y la participación mediante la incorporación de elementos propios de los juegos a contextos no lúdicos, pero su potencial manipulador abre nuevos debates éticos.
La familia y su rol en la era de la IA
En muchos hogares, el dispositivo móvil ha sustituido funciones que históricamente cumplían el juego libre, la conversación o la interacción con el entorno físico. La hiperconexión en la infancia no es solo una cuestión de cantidad de horas frente a la pantalla, sino de la falta de experiencias y vínculos con el mundo real cuando lo digital ocupa el centro de la vida. Esta situación ha encendido alarmas en sectores gubernamentales, legislativos, académicos, clínicos y educativos, que advierten sobre el impacto del uso intensivo y descuidado de dispositivos en niños y adolescentes.
La paradoja digital: más conectados, más solos
La IA se ha convertido en una herramienta central en la vida cotidiana, con aplicaciones que atraviesan la educación, el trabajo, la salud, el entretenimiento y los vínculos personales. Sin embargo, junto a sus múltiples beneficios, emergen formas de interacción problemática, dependencia psíquica y manipulación emocional que deben considerarse como nuevas formas de consumo problemático en entornos digitales.
Diversos casos documentados en la prensa ilustran las consecuencias más dramáticas: suicidios inducidos, manipulación afectiva y generación de contenidos abusivos. En Argentina, casos escolares de deepfakes pornográficos creados por adolescentes con IA han dejado en evidencia la urgencia de un abordaje social, legal y educativo mucho más profundo.
Quizás el gran desafío de este tiempo sea recuperar el sentido del silencio, la pausa y el encuentro cara a cara, antes de que la hiperconexión termine por desconectarnos de lo más esencial: nuestra propia humanidad.
* Adriana Sandro es Psicóloga UBA y Periodista en Telefe Noticias. Especialista en Trastornos de la alimentación y Sexología clínica - MN 53315
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