La histórica casona de Francisco Beiró, ubicada en la esquina de Cantilo y Marcos Paz, en el barrio porteño de Villa Devoto, continúa deteriorándose sin que prospere ninguno de los proyectos presentados para salvarla y convertirla en un museo. La vivienda, emblema del patrimonio cultural y democrático de la Ciudad, está en ruinas y enfrenta un daño casi irreversible.
La casa —hoy con rejas oxidadas y vegetación crecida— fue durante décadas un punto de encuentro de dirigentes radicales, entre ellos el propio Hipólito Yrigoyen y Arturo Frondizi.
Beiró, vicepresidente electo de la Nación en 1928 y referente de la Unión Cívica Radical, murió antes de asumir y su familia mantuvo la propiedad hasta venderla en 2007 a una inmobiliaria.
Desde entonces, vecinos y la Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto impulsaron proyectos para declararla de utilidad pública y convertirla en el Museo de la Democracia, pero ninguna iniciativa logró avanzar en la Legislatura porteña.
El presidente de la Junta, Norberto Malaguti, explicó que la residencia “tiene dos valores muy importantes: quien la habitó y el hecho de haber sido un lugar donde pasaron figuras clave de la democracia argentina”.
Hoy la casona —que cuenta con protección estructural desde 2008 gracias a la ley 2858— exhibe daños que demandarían al menos U$S93.450 para su restauración, según un cálculo realizado por expertos en conservación. Mientras tanto, los vecinos temen que el abandono termine justificando su demolición.
NA
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