Portada  |  04 abril 2015

La madre que compartió su lucha contra el cáncer en Twitter

Sus tuits se viralizaron y recibieron gran cantidad de retuits y lecturas. “Ojalá todo el amor virtual de todos los que te pensamos en este tiempo hubiera ayudado”, le dijo alguien. Ella respondió: “De alguna manera ayudó, no creas”. Agradecida por el afecto de propios y extraños, ácida, dispara.

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“Hasta el final con una sonrisa y el puño apretado, pero es el final”. La autora de esta frase es María Vázquez (@kireinatatemono), una joven arquitecta, esposa y mamá de un nene de tres años, a la que hace siete meses le diagnosticaron un cáncer de ovarios con metástasis.

Desde ese momento, decidió compartir su vida por Twitter.“La salud es muy puta y por lo menos me regaló 7 meses de momentos hermosos”, escribió en uno de sus tuits la mujer.

Sus tuits se viralizaron y recibieron gran cantidad de retuits y lecturas. “Ojalá todo el amor virtual de todos los que te pensamos en este tiempo hubiera ayudado”, le dijo alguien. Ella respondió: “De alguna manera ayudó, no creas”. Agradecida por el afecto de propios y extraños, ácida, dispara.

“El show de Kimmy Oh”, así decidió María bautizar a la experiencia catártica que desanduvo en la red social de los 140 caracteres tras la operación que en septiembre del año pasado se llevó su útero, ovarios “y varias masas a analizar”, tal como contó en una nota escrita en primera persona para La Agenda hace un mes y medio.

“En el sanatorio no tenía wifi, prendí el 3g un par de veces para mandar mails a mis amigas y nada más. Cuando volví a casa ya habían pasado cinco días de la operación y le di varias vueltas al asunto de contar o no contar. Me decidí por contar. Tener cáncer es como tener gripe: nada vergonzoso, sólo mil veces peor. No contar es ponerse del lado de los que titulan 'una larga y penosa enfermedad'. Sentir vergüenza, ¿de qué? Salvo que creas en 'las piruetas culpabilizadoras que achacan a los enfermos responsabilidad por su enfermedad' (eso dijo Susan Sontag, ojalá fuera mía la frase)”. Así explicó la decisión de hacer pública su vida a partir del cáncer.


Sus tuits hablan de vómitos, náuseas, morfina. Pero también de su hijo (“una especie de tuitstar sin tuiter”) y de su marido, aunque siente que no cuenta bien “el trato a cuerpo de reina” que le dispensa (“No sé si alguna vez en mi vida presencié acto de amor semejante”), de lo bien que la atienden en el Sanatorio de la Providencia, de los días en que se siente mejor y sale a caminar 15 cuadras, en los que cocina o pasa un buen rato con su “pibe”.

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