El aceite de oliva virgen extra de alto contenido en polifenoles —el AOVE AP— está despertando un interés creciente en el sudoeste bonaerense.
Los investigadores señalan que sus compuestos antioxidantes y antiinflamatorios ayudan a proteger el corazón, el cerebro y las células frente al envejecimiento. No es casual que las regiones del Mediterráneo donde el aceite de oliva forma parte de la vida cotidiana se asocien con mayor expectativa de vida y menor incidencia de enfermedades crónicas.
Esa misma historia podría empezar a escribirse también aquí, en Bahía Blanca y su entorno, donde en los últimos años, pequeños y medianos productores comenzaron a apostar por una olivicultura de calidad, adaptada al clima local y con una fuerte conciencia ambiental.
Jornadas Científicas sobre AOVE AP y Salud
Bahía Blanca fue sede de unas jornadas científicas que marcaron un hito en la articulación entre investigación, salud y producción regional. El evento reunió a referentes de la medicina, la bioquímica, la química, la tecnología alimentaria y la gerontología, con un eje común: el Aceite de Oliva Virgen Extra Alto en Polifenoles (AOVE AP) y su impacto en la salud humana.
Participaron profesionales e investigadores de la salud que presentaron avances científicos en torno al AOVE AP, entre ellos, el médico neurólogo Ernesto Crespo(AMBB), quien llevó evidencia sobre cómo el AOVE AP podría retrasar el neurodeterioro. También la presidenta del Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría 2025, Dra. Graciana Alessandrini, reflexionó sobre el desafío del envejecimiento saludable y el rol del AOVE AP.
El segundo día se desarrolló en fincas olivícolas de la región, donde se profundizó el vínculo entre ciencia, producción y salud. En Olivos del Napostá, un emprendimiento fundado hace una década por el médico cirujano Víctor Serafini, el Dr. Claudio Incardona abordó el tema del hígado graso y su prevención mediante el consumo de AOVE AP, mientras que el Dr. Serafini presentó una mirada integradora sobre olivicultura y medicina integrativa.
Un olivar
El emprendimiento se consolidó en un formato artesanal, lejos de los modelos industriales. “No buscamos grandes volúmenes —explica Serafini, jefe de Cirugía del Sanatorio Güemes de la ciudad de Buenos Aires—, sino calidad y trazabilidad. Incorporamos nuestra propia almazara -frantoio para los que mantienen la italianidad- lo que nos permite elaborar nuestro aceite y colaborar con pequeños productores de la zona que no tienen aún esa infraestructura. Así trabajamos de forma cooperativa y solidaria”.

Además de la producción, el médico enfatizó el valor del turismo rural como motor de desarrollo. “Queremos que la gente vea dónde se produce lo que consume, que entienda el valor en origen. Eso genera trabajo genuino y afianza a las familias en el territorio”, señaló.
Durante las visitas guiadas al olivar se realizan cosechas grupales, podas comunitarias y actividades que combinan aprendizaje, ejercicio físico y convivencia. “Esa es la esencia del estilo de vida mediterráneo —explicó—. No se trata solo de lo que comemos, sino de cómo vivimos, cómo compartimos, cómo nos relacionamos. La soledad y el sedentarismo enferman; el trabajo mancomunado y la vida al aire libre curan”.
Zona azul en potencia
Ese rincón del mapa bonaerense, impulsado por la ciencia y el esfuerzo local, podría lograr convertirse en una “zona azul”, es decir, uno de esos lugares del planeta donde la gente vive más y mejor gracias a la alimentación, la comunidad y el entorno.
Tal vez, en un futuro no tan lejano, cuando se hable de los secretos de la longevidad, alguien mencione al Sudoeste Bonaerense —y a su aceite de oliva— como ejemplo de cómo el bienestar puede empezar en una gota dorada que nace de la propia tierra.
Lo cierto es que detrás de cada almazara y de cada cosecha manual hay algo más que producción: hay trabajo en origen, jóvenes que regresan al campo, y un nuevo orgullo por lo que nace de esta tierra.
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