Portada  |  29 julio 2025

La UBA descubrió un método para detectar el maltrato infantil a través de la saliva

Utilizan biomarcadores basados en cambios en el ADN, que podrán servir no sólo para identificar el daño, sino como prueba científica ante la justicia.

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Una investigación del Instituto de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, busca identificar el maltrato del que han sido víctimas niñas y niños a través del análisis de muestras de saliva. Utilizan biomarcadores basados en cambios en el ADN, que podrán servir no sólo para identificar el daño, sino como prueba científica ante la justicia.

El maltrato infantil deja secuelas devastadoras y persistentes de todo tipo, incluso a nivel molecular. Estas alteraciones se asocian con un mayor riesgo de depresión, ansiedad y tendencias suicidas entre niñas y niños.

Sin embargo, una intervención temprana puede mitigar y hasta revertir estos efectos. En eso trabaja desde hace años el equipo dirigido por Eduardo Cánepa del Laboratorio de Neuroepigenética y adversidades tempranas, del Instituto de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

Se trata de un estudio único en el país, que tiene como objetivo principal el desarrollo de herramientas de diagnóstico temprano de maltrato infantil, es decir cuando todavía no se ha podido descubrir con otro tipo de controles. Esto aportará una base científica irrefutable para la detección y el abordaje de esta problemática.

A principios del año próximo ya podrían tener el análisis completo de las muestras de ADN de niños y niñas que han obtenido en colaboración con la Unidad de Violencia Familiar del Hospital Elizalde.

El conocimiento obtenido no sólo le permitiría al personal de la salud tener un diagnóstico temprano, sino también hacer un seguimiento de la eficacia del tratamiento psicológico y saber cómo van a evolucionar las niñas y niños víctimas del maltrato.

El estudio analiza cómo el maltrato infantil, entendido como una alteración drástica del entorno, genera cambios epigenéticos que obligan al cuerpo a adaptarse a contextos de violencia y peligro constantes.

No se altera todo el genoma, sino genes específicos, y el objetivo del equipo es identificar cuáles son y cómo impactan en el desarrollo de niñas y niños. Hoy se conocen las funciones de los miles de genes del genoma humano, identificar los que se ven afectados por el maltrato permite entender mejor sus consecuencias.

El estudio se desarrolla desde hace varios años junto a la Unidad de Violencia Familiar del Hospital Elizalde. Mientras el equipo de salud mental infantil del hospital realiza el abordaje clínico, el grupo de la UBA se encarga del análisis de las muestras. El objetivo es aportar pruebas científicas del maltrato, es decir, pruebas irrefutables de que una niña o niño fueron víctimas del maltrato, así como una noción de qué consecuencias puede tener para su salud.

El equipo multidisciplinario que dirige Cánepa, que incluye al biólogo Bruno Berardino y a la psicóloga Guillermina García Vizzi, del Hospital Elizalde, investiga las marcas epigenéticas, modificaciones químicas que afectan el ADN sin alterar su secuencia, y que pueden cambiar la forma en que se expresan ciertos genes. Estas marcas pueden activar, inhibir o modificar genes clave para el funcionamiento del organismo.

Detectar y evaluar el impacto del maltrato infantil “Queremos ver si en saliva se pueden ver los cambios en la metilación del ADN. Poder usarlo de diagnóstico temprano del maltrato, es decir cuando todavía no se ha podido descubrir con
otro tipo de controles”, explicó Cánepa. También señaló que estos marcadores pueden utilizarse para el seguimiento de las y los pacientes durante su tratamiento, permitiendo observar si esas modificaciones genéticas mejoran o empeoran.

“Otra de las aplicaciones del conocimiento que aporta nuestro estudio es la de poder hacer un pronóstico”, agregó. “Es decir, estas modificaciones epigenéticas permitirían ver si la víctima va a tener un pronóstico más grave o menos grave. Cómo el niño o la niña están siendo afectados”.

Este avance permitiría contar con un indicador molecular del impacto del tratamiento psicológico, con evidencia física del daño y su evolución en las víctimas de violencia familiar.

El estudio del equipo de la UBA es único en Argentina, y es muy importante hacerlo en el país, ya que los resultados de otros países no son directamente aplicables. Hay estudios similares en Estados Unidos, en Canadá y en Francia, pero “no hay forma de equiparar resultados de un país a otro, las modificaciones epigenéticas de un grupo en Francia o en Canadá, no serán las mismas que en Argentina”, explicó Cánepa.

El problema de encarar este tipo de estudios en la situación actual del país es que los estudios epigenéticos son muy caros. Las muestras deben ser enviadas al exterior para su análisis, y luego ser procesadas mediante herramientas bioinformáticas que comparan millones de cambios genéticos posibles.

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