El coordinador del FORO Permanente para la Promoción y la Defensa de los Derechos de las Personas con Discapacidad, Pablo Molero, hizo entrega de una nota al Ministro de Salud, Dr. Mario Lugones, antes del inicio de la marcha del miércoles. Esta decisión buscó garantizar su recepción, ya que en otras oportunidades el Ministerio permaneció cerrado durante las movilizaciones, impidiendo la entrega de los reclamos.
Más de ocho cuadras colmadas marcharon unidas en un clima de resistencia, lucha y convicción: sin actualización de aranceles, el sistema de prestaciones no se sostiene, y con ello se deteriora la calidad de vida de las personas con discapacidad y sus familias.
A esto se suman los miles de puestos de trabajo en riesgo, las instituciones que ya debieron cerrar, los transportistas que quedaron en el camino y los profesionales que se ven obligados a buscar otros empleos. Todo un sector que día a día enfrenta dificultades crecientes frente al abandono del Estado.
La jornada culminó con el Himno Nacional Argentino, entonado por un pueblo que dijo basta al ajuste, la persecución y el hostigamiento.
La movilización fue el cierre del cese involuntario de actividades realizado los días martes 21 y miércoles 22 de octubre, y tuvo su correlato en distintas provincias del país: Mendoza, Córdoba, Tucumán, Chubut, Santiago del Estero, Entre Ríos, Santa Fe, San Luis y Salta, entre otras.
Esta acción fue decidida tras los hechos ocurridos el viernes 17 de octubre en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), donde personas con discapacidad, familias y prestadores fueron nuevamente objeto de maltrato y ausencia de respuestas concretas.
A esta situación se suma la decisión administrativa del 24 de septiembre asignó 121 mil millones de pesos para la adecuación de aranceles del Sistema Único de Prestaciones. Sin embargo, la ANDIS y el Ministerio de Salud no liberan los fondos, no convocan al Directorio, no pagan los servicios prestados y siguen sin responder a la realidad de las personas con discapacidad.
Ante la falta de avances, el deterioro de las condiciones de atención y acompañamiento, y la asfixia financiera del sector, las organizaciones ya no pueden esperar más.
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