La rinitis es la inflamación de la nariz con generación de moco. Se manifiesta con picazón, estornudos, secreción acuosa, y obstrucción nasal. Es una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo y requiere un enfoque integral de diagnóstico, tratamiento y prevención.
“Las consultas por rinitis aumentan durante la primavera, cuando los pólenes de plantas como las gramíneas o los plátanos afectan a muchos, especialmente en zonas específicas. Sin embargo, esto no significa que la rinitis desaparezca en otras épocas del año”, asegura la Dra. Silvana Sánchez Feraldo (MN 94.686), médica de la División de Otorrinolaringología del Hospital de Clínicas de la UBA.
“Muchas personas presentan síntomas durante todo el año debido a factores como ácaros, animales, contaminación o infecciones virales y bacterianas. “Las personas que viven en ambientes urbanos también son más propensas a desarrollar rinitis. Aquellos que se mudan a ciudades como Buenos Aires pueden experimentar un agravamiento de sus síntomas debido al cambio en las condiciones ambientales, el smog y el gran parque automotor”, dice la médica.
El síntoma más frecuente de la rinitis es el estornudo, especialmente al levantarse. Además, la rinitis puede estar asociada a otros trastornos, como conjuntivitis alérgica, broncoespasmos y asma. En cada caso, los pacientes pueden experimentar reacciones diferentes que requieren un tratamiento personalizado.
¿Cuándo es momento de consultar a un médico? La rinitis es una patología crónica que generalmente no requiere atención urgente. Se recomienda consultar a un otorrinolaringólogo para controlar los síntomas a largo plazo salvo cuando las personas experimentan complicaciones como sinusitis, congestión extrema o dolor de cabeza persistente. En estos casos, reciben un tratamiento especializado.
Recomendaciones generales
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Consultar a un otorrinolaringólogo para controlar los síntomas de la rinitis a largo plazo y recibir un tratamiento adecuado y personalizado.
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Ventilar los ambientes para reducir la acumulación de alérgenos en el aire y mejorar la calidad del entorno.
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Evitar el contacto con alérgenos: evitar el contacto con fuentes comunes de alérgenos, tales como los árboles de plátano, el polvo, el polen y los pelos de animales para prevenir la aparición o exacerbación de los síntomas.
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Minimizar la exposición a animales: en la medida de lo posible, se aconseja reducir la exposición a animales o mantener el hogar libre de pelos de mascotas.
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Uso de barbijos. En determinados casos, el uso de mascarillas puede ayudar a reducir la exposición directa a partículas como polvo o polen. No obstante, es importante recordar que la efectividad de las mascarillas depende del tipo utilizado y de su correcto uso (forma de colocación y tiempo de uso).
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Monitorear los síntomas. Se debe estar atento a cualquier cambio o empeoramiento en los síntomas. Si los síntomas persisten o se agravan, se recomienda consultar nuevamente a un médico para ajustar el tratamiento.
Es fundamental que los pacientes sigan las recomendaciones de su médico y no busquen soluciones inmediatas sin orientación profesional. El tratamiento puede incluir medicamentos como antihistamínicos y sprays nasales o antileucotrienos para tratar rinitis no histamínicas. Debe ser personalizado según el tipo de rinitis y la historia clínica del paciente.
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