Portada  |  17 mayo 2015

El trastorno de las personas que se creen hechas de cristal

Pero Andy Lameijn, un psiquiatra de Leiden, Holanda, ha descubierto casos contemporáneos. Se encontró con uno de ellos en su propio hospital, lo que le dio la oportunidad de investigar este enigmático engaño con un paciente vivo.

Curiosidades

La "ilusión de cristal" es un fenómeno psiquiátrico extraordinario que hace que quienes lo padecen se crean hechos de cristal y, por tanto, susceptibles de romperse. El desorden tuvo su momento más agudo hace siglos, pero aún existen casos aislados hoy, escribe Victoria Shepherd para la BBC.

Y también se le hizo referencia en la ficción, como en El licenciado Vidriera, uno de los relatos que componen las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes, publicadas originalmente en 1613.

Éste cuenta la historia del estudiante español Tomás Rodaja quien, tras licenciarse en Salamanca, viaja por diversas ciudades de Italia, pero pierde la razón a causa de una pócima de amor que le suministran en secreto y cree tener el cuerpo de vidrio y ser sumamente frágil, por lo que se obsesiona con la idea de romperse en mil pedazos.

Pero Andy Lameijn, un psiquiatra de Leiden, Holanda, ha descubierto casos contemporáneos. Se encontró con uno de ellos en su propio hospital, lo que le dio la oportunidad de investigar este enigmático engaño con un paciente vivo.

Era tal el miedo de una paciente al contacto físico que las enfermeras no se le podían acercar ni para ayudarla a cambiarse de ropa.

En los archivos de un hospital mental de Edinburgo, en Escocia, encontró la documentación de una conferencia de 1883 sobre los síntomas de 300 mujeres, una de las cuales creía que sus piernas estaban hechas de vidrio.

Otro de los casos, aparentemente detectado en un asilo de París, lo encontró en las notas a pie de una edición más reciente de El licenciado Vidriera, aunque no especificaba detalles.
Sumergido totalmente en el tema, Lameijn escribió sobre ello y dio conferencias.

En una de ellas fue abordado por un colega psiquiatra, quien había encontrado en su hospital de Holanda referencias a un caso que databan de la década de 1930.

Se trataba de una joven mujer que le había dicho a un psiquiatra del hospital que creía que sus piernas y espalda estaban hechas de cristal. Tal era su miedo al contacto físico, señalaban las notas, que las enfermeras no se le podían acercar ni para ayudarla a cambiarse de ropa. Al parecer, se recuperó tras un tratamiento.

No pasó mucho tiempo antes de que un hombre joven se presentara en la Clínica Universitaria de Leiden clamando que estaba hecho de vidrio.

Así que Lameijn habló durante horas con el hombre, quien le confirmó que se sentía de vidrio.

Le preguntó qué significaba para él esa sensación, sin querer distorsionar la conversación sugiriendo ideas de fragilidad o la transparencia, y después de la reticencia inicial, el paciente comenzó a abrirse.

Su conclusión fue que el hombre en cuestión estaba usando su ilusión de cristal como una especie de regulador de distancia.

Existen razones para entender que alguien con una enfermedad mental en la Edad Media o hasta en el siglo XVII pudiera manifestar ilusión de cristal. En aquél tiempo el vidrio transparente era un material nuevo, y se veía como mágico, alquímico incluso. ¿Pero por qué aparecería de nuevo cuando el vidrio no es novedad? ¿Qué resonancia psicológica contemporánea podría tener?

El psicoanalista Adam Phillips argumenta que el transtorno tiene una fuerte resonancia hoy, en una sociedad en la que las ansiedades relacionadas con la fragilidad, la transparencia y el espacio personal son pertinentes para muchos, ansiedades relacionadas con vivir en el mundo moderno.

Phillips cree que el transtorno tiene sentido hoy, en un mundo cada vez más poblado en el que los avances tecnológicos al mismo tiempo nos aíslan y nos ofrecen opciones de comunicación aparentemente ilimitadas.

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