Una entrenadora de 19 años lleva toda su vida comiendo comida chatarra. Su dieta se basa en patitas de pollo y papas fritas.
Desde que tenía cuatro años, Rebecca Giddins solo come ese plato. Según ella, todo lo demás le provocaba náuseas. "Desde que tengo uso de razón, he tenido náuseas al ver otra comida; ni siquiera podía recogerla o pasársela a la gente", comenta la joven.
Sus padres no la llevaron a ver a ningún médico, pues pensaron que su exigente alimentación cesaría cuando la chica creciera, pero no fue así. Por tanto, a medida que Rebecca crecía, sus padres pensaron que debían probar algo diferente.
Acudieron a un hipnotizador y, desde su visita, milagrosamente, Rebecca puede comer frutas, verduras y todo tipo de alimentos. "Era escéptica sobre la hipnosis, pero hasta ahora parece haberme ayudado. Desde que asistí a mi primera sesión, he podido probar al menos dos alimentos nuevos todos los días y mi objetivo es poder comer un asado", comenta orgullosa la joven.
Además, Rebecca explica que su problema con la comida le ha afectado enormemente a su vida, pues nunca ha podido salir a comer con amigos y mucha gente no entendía por qué no podía comer alimentos normales.
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