Portada  |  01 mayo 2019

A 25 años del trágico accidente de Ayrton Senna: la muerte del último ídolo de la Fórmula 1

Cuando el piloto, con apenas 34 años, se estrelló el 1 de mayo de 1994 contra el muro de la curva de Tamburello, en el circuito italiano de Ímola, no sólo enmudeció a su país natal. El accidente conmocionó a millones de personas que vieron en televisión, en tiempo real, la triste despedida del carismático y controvertido ícono.

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Su casco amarillo con una franja azul y otra verde hizo historia en las pistas y su genio marcó a una generación que aprendió con el campeón brasileño de F1 Ayrton Senna, para muchos el máximo mito deportivo del país, a agitar con orgullo la bandera de Brasil.

Cuando el piloto, con apenas 34 años, se estrelló el 1 de mayo de 1994 contra el muro de la curva de Tamburello, en el circuito italiano de Ímola, no sólo enmudeció a su país natal. El accidente conmocionó a millones de personas que vieron en televisión, en tiempo real, la triste despedida del carismático y controvertido ícono.

Un cuarto de siglo después, su imagen sigue asociada a marcas comerciales y campañas sociales; es el último gran ídolo brasileño, para muchos incluso mayor que el mítico Rey Pelé.

"Vivíamos los años 80, con hiperinflación, recién había acabado la dictadura militar; no tenía mucho sentido sentir orgullo de Brasil, pero Senna fue por el mundo llevando la bandera como un símbolo que enorgulleció a tantos brasileños", dice Alexander Grünwald, periodista especializado en automovilismo.

A juicio de Grünwald, el legado de Senna fue "transformar el deporte". Su diferencial, además de ser un piloto excepcional, fue el de atender otros aspectos como la preparación física y mental, entender al vehículo y la tecnología y cuidar su imagen.

Una encuesta realizada en 2014, en el vigésimo aniversario de su muerte, mostró que 47% de los habitantes de su ciudad natal de San Pablo, la más poblada de Brasil, consideraban a Senna como el mayor nombre del deporte nacional. Pelé venía en segundo lugar, con 23%.

"Pelé vivió una época en que las personas escuchaban el fútbol por la radio o lo leían en el diario. No lo vivían con la misma intensidad y emoción. Con Senna, eran los domingos con la familia" frente a la televisión, explica Grünwald.

Tres veces campeón del mundo con McLaren (1988, 1990 y 1991), donde brilló de 1988 a 1993, Senna ganó un GP de cada tres (35 victorias en 96 carreras) con la escudería británica.

De los primeros años en la escudería data su internacionalmente famosa rivalidad con el francés Alain Prost, compañero de equipo, quien después de tantos dimes y diretes públicos, visiblemente conmovido, ayudaría a cargar el ataúd de Senna.

Ese antagonismo es quizás el punto más controvertido de su biografía, abordado en libros y documentales. "Claro que no era perfecto (...); tuvo rivalidades dentro de la pista, pero sus aspectos positivos superaron a los negativos", sostiene Fred Sabino, periodista editor de Fórmula 1.

"Determinación" y "dedicación" son las palabras que más se repiten cuando sus allegados evocan su trayectoria. Son, además, los valores exaltados por el Instituto Ayrton Senna, que su hermana Viviane fundó fundó a fines de 1994 para ofrecer oportunidades a niños con pocos recursos.

Documentales y libros muestran a un Senna comprometido a un punto místico con su carrera. En entrevistas, el piloto habla sobre su fe católica y sobre lo crucial que era para el automovilismo mantener un trabajo mental tan estricto que, según él, le permitía a veces elevarse a otra dimensión mientras maniobraba.

En videos se le ve carismático y risueño. Delgado y atractivo, por momentos parecía genuinamente exaltado, alegre hasta las lágrimas o rígido por la tensión. Otras imágenes exhiben a un joven de clase alta brasileña que disfrutaba los placeres de la vida de campeón de uno de los deportes más caros del mundo.

Fuente: AFP

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