En 2022, Ariana Pérez tomó una decisión que cambiaría su vida para siempre: dejar Argentina y volar a Australia para profesionalizarse en el rugby. Lo que comenzó como un sueño cargado de incertidumbre, hoy es una historia de perseverancia y coraje que inspira a muchas jóvenes deportistas.
“Desde chica tuve muy claro que quería dedicarme al rugby. Empecé a jugar a los 11 años en México, gracias a mi papá, que fue mi mentor de vida y me transmitió la pasión por este deporte”, contó Ariana en diálogo desde Australia.
Tras representar a la selección argentina de Seven, Ariana decidió dar un paso más: dejar la Celeste y Blanca para perseguir el desafío del rugby de 15 en Australia. “Fue una decisión muy fuerte porque no tenía los recursos necesarios para venir. Organicé una recaudación de fondos y muchísima gente me ayudó. Gracias a eso hoy estoy cumpliendo este sueño”, recordó.
El camino no fue sencillo. Su llegada a Australia estuvo marcada por la incertidumbre y el desarraigo. “Al principio fue duro. No me gustó el club donde empecé y me preguntaba qué hacía acá. Pero seguí intentando hasta que me convocaron para jugar un torneo nacional de Seven y quedé entre las referentes del equipo de Melbourne. Eso me abrió la puerta para que me vieran en el rugby profesional”, explicó.
Su esfuerzo pronto dio frutos: fue premiada como la mejor forward de la temporada y luego convocada por los Melbourne Rebels, equipo del Super Rugby. “Yo sabía que hasta no conseguirlo no iba a parar. Entrené con todo y terminé siendo titular en todos los partidos”, destacó con orgullo.
A pesar de jugar en una de las ligas más importantes del mundo, la realidad económica todavía plantea un desafío. “En Australia lo llaman profesional, pero es semiprofesional. La mayoría de las jugadoras tenemos que trabajar aparte porque lo que te dan en la temporada no alcanza para vivir”, reconoció.
Sobre lo que significa representar a la Argentina en el rugby, Ariana fue contundente: “Portar la Celeste y Blanca es un orgullo enorme. No solo estás representando al país, también todo lo que trabajaste durante años. Además, siento la responsabilidad de abrir camino a las chicas que vienen detrás. Mi paso por Australia es también para demostrar que se puede soñar en grande”.
Antes de despedirse, la jugadora dejó un pedido cargado de nostalgia para quienes la visiten desde Córdoba: “Si me traen algo de allá, que sea un alfajor, un paquete de yerba y, si se puede, unos buenos cortes de carne. Eso es lo más lindo que tenemos en Argentina”.
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