La nuda propiedad es una figura legal muy usada en Europa, sobre todo en países como España, Italia o Francia. En pocas palabras, quien compra adquiere la propiedad, pero no el derecho de uso inmediato. Es decir, la persona que vive en el inmueble sigue haciéndolo hasta que decide irse o fallece. Mientras tanto, el comprador se convierte en el dueño legal, pero cede temporalmente el uso.
"Puede sonar extraño, pero es una de las herramientas más inteligentes para invertir o convertirse en dueño pagando mucho menos. En Argentina, la nuda propiedad empieza a ganar espacio porque combina dos cosas que escasean: precio bajo y seguridad jurídica", afirma el desarrollador Juan Manuel Tapiola.
El vendedor (generalmente una persona mayor) obtiene liquidez sin tener que mudarse. El comprador, por su parte, adquiere una propiedad a un valor hasta 40% o 50% más bajo que el de mercado. No hay intermediarios financieros, no hay deuda bancaria y, sobre todo, no hay inflación que te coma las cuotas: se pacta un precio fijo.
Un cambio de mentalidad
La nuda propiedad rompe con la idea tradicional de “me mudo ya”. Cambia la pregunta de “¿dónde quiero vivir hoy?” por “¿qué dueño quiero ser mañana?”. Y ahí está el verdadero secreto. "Ser dueño no siempre significa habitar hoy mismo la propiedad; ser dueño significa tener el control", explica Tapiola.
"Miles de argentinos podrían empezar a construir patrimonio con este tipo de operaciones, en lugar de seguir tirando su dinero en alquiler. La nuda propiedad no es una promesa mágica: es un cambio de enfoque. Es usar la cabeza antes que la ansiedad", agrega.
En un país donde el alquiler se lleva más de la mitad del sueldo promedio, pensar en herramientas como la nuda propiedad no es solo una estrategia financiera: es una posible política social.
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