Investigaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que “el arte mejora la autoestima, reduce la ansiedad y la depresión, y fomenta el bienestar individual y social”. A sus 57 años, Fabiana Yustman puede dar fe de que eso le ocurrió cuando entró en contacto con el arte hace 12 años.
Fabiana tenía una familia bien constituida, tres hijos que la amaban y un diploma de técnica óptica y contactóloga, pero vivía angustiada hasta que un se inscribió en un taller de pintura. A las pocas semanas, recuperó su estado de ánimo.
“Dicen que el arte sana. Y para mí, pintar es una forma de meditar. Es entrar en un estado donde el tiempo se detiene, donde el mundo exterior se apaga y solo quedo yo, con mis colores y mis emociones. Mi mente imagina una obra, pero mis manos pintan otra. Pintan lo que mi alma y mis sentimientos tienen para decir en ese instante. En cada lienzo encuentro un reflejo de lo que soy y cada obra es una forma de volver a mí. Por cierto, el arte sanó mi angustia y actuó como una terapia”, afirma la artista visual emergente doce años después.
Por estas semanas y hasta el 12 de setiembre, la talentosa artista está presentando su muestra individual “Hacia la luz”, en el bar Aromi, de la comunidad Amijai, en Arribeños 2355, corazón del barrio chino, CABA.
La muestra, cuyo curador es Darío Zilbersztein, consta de 14 obras. Todas están inspiradas en la masacre del 7 de octubre de 2023 perpetrada por el grupo terrorista Hamas contra residentes de distintas nacionalidades y credos que habitan en el estado de Israel, y en la que resultaron asesinadas más de 1.200 mujeres, niños y hombres, además más de 100 que fueron tomadas como rehenes.
“Esa fecha me atravesó profundamente con una mezcla de sentimientos, que finalmente se tradujeron en todas estas obras”, enfatiza Fabiana.
Si bien siente que ahora posee su espacio emocional y social en donde se mueve cómoda y en donde puede ser ella misma, Yustman jamás había pensado en dedicarse al arte.
De la óptica al comercio
Cuando tenía 10 años, junto a su familia, emigró a Israel buscando un mejor porvenir. Al cabo de un lustro, cuando ya se había establecido y tenía una conexión profunda con su entorno, tuvo que pegar la vuelta al país. Ese desarraigo repercutió desfavorablemente, originándole mucho dolor.
Tras egresar de la escuela secundaria, luego de efectuar un test vocacional y escuchar a su padre, Fabiana se inscribió en la tecnicatura universitaria en óptica y contactología, pero sin mucha convicción. Época en la que se puso de novia con su actual esposo, Marcelo. “Le propuse irnos de viaje a Europa. Pero no tuve eco”, rememora comentando que, para mitigar esa negativa, se fue sola a Israel para reencontrarse con sus afectos y soñar con un futuro en ese lugar.
Al cabo de dos meses, Yustman decidió armar las valijas y regresar a la Argentina. Junto a Marcelo, comenzaron a vender pulóveres en comercios de Once. Tiempo después, la pareja inauguró un local propio, que duró siete años. Durante ese lapso, se casaron y tuvieron a tres hijos. Para dedicarse a su crianza, Fabiana se transformó en ama de casa. “Cada siete años me replanteaba qué hacer en la vida. Algo que me angustiaba y me hacía llorar”, recuerda Fabiana puntualizando que todo cambió cuando apareció el arte en su camino.
Primero, se volcó de lleno a la fotografía. Con el tiempo dio un giro hacia la pintura. Sin abandonar los pinceles, se interesó también por el arte en vidrios. Guiada por el maestro Carlos Herzberg, aprendió técnicas de vitrofusión y pasta de vidrio, creando piezas escultóricas a partir de materiales reciclados. “Con la irrupción de la pandemia, puse en pausa el trabajo con vidrio”, reconoce la artista.
En la búsqueda de una técnica que la ayude a encontrar su estilo, Fabiana conoció a Paula Rivero, una multifacética artista y destacada mentora en el ámbito creativo. “Paula encauzó mi camino. Fui por lo abstracto. Comencé a colocar texturas en mis obras, para que tengan vida, profundidad y las transformé en una experiencia visual rica y vibrante”, concluye la artista visual.
Ya participó en una decena de ferias y exposiciones colectivas, tanto en el país como en Estados Unidos.
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