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El baterista argentino que tocó en el Lollapalooza de Chicago

Nacho Colombini recibió elogios de Ricardo Darín y de Bizarrap.

Espectáculos

Nacho Colombini tiene 31 años, nació en Neuquén Capital, pero se crió en la localidad de Piedra del Águila. Se formó en la Escuela de Música Contemporánea (EMC) y se graduó en Berklee College of Music (prestigiosa universidad de Boston). Actualmente es baterista de Isadora Figueroa, cantante de pop latino e hija menor del cantante puertorriqueño Chayanne, que ha sido nominada al premio Latin Grammy 2025, en la categoría “Mejor Artista Nuevo”.

Uno de sus grandes hitos fue tocar en la vigésima edición del Lollapalooza de Chicago (festival madre que inició el fenómeno musical en el mundo). En él se presentó con una banda de Los Ángeles llamada Fifteen0eigh.

Si bien ya había participado de la edición argentina de este festival, junto a la cantante, actriz y compositora Malena Villa, Nacho considera que subir al escenario de la edición original del evento le permitió ganarse el renombre para seguir apostando por la música fuera de la Argentina. "Siempre me visualicé haciendo música en el exterior, y ésta es la forma de ir abriendo caminos", afirma.

No por nada, a lo largo de su vasta carrera, recibió elogios de importantes figuras. Desde Ricardo Darín, Juan Minujín y Javier Calamaro, pasando por Florencia Otero y Germán “Tripa” Tripel (ex Mambrú), hasta el mismísimo Bizarrap.

El elogio de Darín, por ejemplo, aconteció en el hotel Faena, cuando Colombini integraba la banda de Mariú Fernández. Al término del show, que la cantante y actriz brindó para festejar el estreno de “El amor menos pensado” (taquillera película en la que ella cantó y protagonizó un desnudo), Darín se acercó al baterista para alabarlo.

Algo semejante le sucedió con Bizarrap, pero esta vez por Instagram. Fue en 2018, época en la que Nacho integraba la formación de Lorenzo “Toto” Ferro (actor y cantante que alcanzó notoriedad en la película “El Ángel”) y durante un festival santafesino interpretó un solo de batería. Tras postear el video en su red social, recibió el inesperado reconocimiento del afamado productor discográfico, compositor y DJ.

Padres docentes

Hijo de madre docente y directora de colegio (que supo tocar el piano y dar clases de dicho instrumento) y padre de profesor universitario y secundario, Nacho Colombini cuenta que se topó por primera vez con una batería, en la Iglesia Evangélica de su localidad, cuando apenas tenía 6 años. “Dentro de la iglesia había una batería muy elemental. Hasta que un día alguien donó una acústica. Cuando la vi, quedé cautivado. ¿Por qué? Porque parecía una nave espacial”, rememora.

De inmediato, Colombini habló con su madre solicitándole los servicios de un profesor. “Ella eligió a Ezequiel Leiva, un adolescente, por entonces, que me enseñó lo básico”, agrega comentando que, durante cuatro años, fue tocando parado, porque literalmente no se lo veía detrás del instrumento, al punto que, “la gente me llamaba el baterista invisible”.

Cuando cumplió 12 años, su familia decidió emigrar a la capital neuquina.

Envalentonado con la batería, Nacho empezó a tocar en una iglesia evangélica para unos mil fieles. Simultáneamente, decidió tomar clases con Luis “El Turco” Afione, quien “me enseñó a leer partituras, introducirme en la técnica y enfocarme en el desarrollo de los ritmos”.

El aprendizaje venía viento en popa. Porque se sentía muy a gusto con su profesor. Pero tenía que afrontar un gran problema: no tenía batería en su casa. Sus primeros instrumentos llegaron a su hogar, recién a los 16 años.

“La primera me la regaló mi padre para mi cumpleaños. Al cabo de unos meses, mi primo, que es baterista en la ciudad bonaerense de San Nicolás, efectuó un viaje a Neuquén obsequiándome un instrumento nuevo. Como debía juntar plata para comprar los platillos, empecé a dar clases a 7 niños”, revela.

Al mismo tiempo, Nacho era convocado para tocar en bandas locales. “Mi gran objetivo no era mudarme a Buenos Aires, sino cruzarme con algún productor que se interesase por mi arte”, asegura el músico puntualizando que, al egresar del secundario no tenía idea qué carrera universitaria seguir.

Sin embargo, su hermano mayor, que se había mudado a Buenos Aires para estudiar música, lo convenció para que armase la valija e hiciera lo propio. A los 18 años, con el apoyo de sus padres, Nacho se tomó el primer avión. Al arribar al Aeroparque Jorge Newbery, buscó alojamiento en una residencia estudiantil y se inscribió en la Escuela de Música Contemporánea (EMC).

“La EMC me abrió la cabeza -puntualiza Colombini- Porque descubrí que había otras oportunidades locales e internacionales. Aunque siempre tuve claro que mi vida era estar detrás de los parches y darle palos a los tambores y platillos”.

Mientras cursaba las materias, participaba de diferentes proyectos musicales. Hasta tenía una banda, “Pape Rockets” (formación que duró un lustro). Con ella se dio el gusto de ser telonero del show los americanos “Boyce Avenue”, en el Teatro Gran Rex, de la avenida Corrientes.

Al año siguiente de regresar del estado mexicano, Nacho pensó en audicionar para poder ingresar a la Berklee College of Music. Pero abortó la idea, porque comenzaron a surgir importantes propuestas laborales. Desde tocar en festivales, hacer giras nacionales e internacionales (con Malena Villa, Mariú Fernández, Lorenzo “Toto” Ferro y Connie Isla, entre otros) y sumarse a las grabaciones de otros artistas.

Hasta que llegó la pandemia del COVID-19 y se paralizó todo. Sin embargo, el músico de 31 años optó por no quedarse en una posición cómoda. Apenas comenzó a flexibilizarse el aislamiento social preventivo y obligatorio, decidió realizar una audición para obtener la beca internacional de estudio, que fue aceptada en marzo de 2022. Como el período de estudios ya se había iniciado, recién pudo viajar al año siguiente e inscribirse en la universidad de Boston, que recibe unos 7 mil alumnos de cinco continentes.

A seis meses de obtener el preciado diploma, Nacho Colombini admite que “Berklee fue la excusa perfecta para ir a EE.UU., donde se pueden abrir más puertas a nivel internacional” y no ahorra elogios para los docentes: "el nivel es atroz, hay músicos que son muy buenos, ves un video en Instagram de alguno que la rompe y después te los cruzás acá y no podés creer lo que tocan. Por ejemplo, mi profesor de batería fue Adam Marcelo, actual baterista y director musical de Katy Perry. Pero también me formé con Alain Mallet, pianista de Paul Simon y Sting, además de Dave Disenso, baterista de Durán Durán".

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