En la Buenos Aires del siglo XVIII, un Virrey excéntrico, cuyo nombre pocos recuerdan, intenta llevar a cabo su sueño de sembrar el progreso en estas costas remotas.
Entre otras cosas, el Virrey crea una casa para albergar a los niños producto de relaciones extramatrimoniales. Pero los resultados no serán los pretendidos. Paradójicamente, ese proyecto caprichoso, ese plan fallido, marcará un hito fundacional en la mitología de estas tierras.
Se trata de "Luciérnagas (Sueño bastardo)", la obra de títeres que hasta el 23 de noviembre en la Sala Orestes Caviglia del Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815, CABA) de jueves a domingos a las 21.
“La obra resuena hoy porque revisita un proyecto importado y fallido, algo que vemos de forma cíclica en nuestros 200 años de historia. Estamos atrapados en un loop de frustraciones constantes”, dice el autor y director Horacio Nin Uría.
Para abordar la trama, el autor se preguntó cómo sería ser un niño en el siglo XVIII en el Río de la Plata, pero fue más allá: cómo vivían los niños bastardos en la Casa de Niños Expósitos creada por el Virrey Vértiz.
"Hubo muchas cosas que pasaron en el proceso de la colonia, que no es un periodo muy visitado, y esas cosas llegaron para quedarse. Las ideas de alumbrado público, la imprenta, los primeros diarios, el primer teatro. Ese Virrey tenía inquietudes culturales, era un personaje muy rico por su complejidad, a la vez terminó su mandato y volvió a España, siendo que no era español, había nacido en las indias, en Mérida. Esas cuestiones sintetizan tensiones históricas de estos 200 años", explica Nin Uría.
Venta de entradas por Alternativa o en la boletería del teatro
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