Uno es un arte ancestral. El otro, uno de los últimos avances tecnológicos. Y Natalia logró combinarlos. Empezó a usar la inteligencia artificial para diseñar los dibujos de sus bordados.
Ella hace años que tiene un taller de bordados. Pero siempre tuvo la misma dificultad: dibujar los diseños que le encargan sus clientes.
“No soy buena para dibujar, así que tenía que recortar y pegar imágenes que sacaba de internet, con las limitaciones que eso tiene”, cuenta.
Pero hace unos meses encontró a una gran aliada: la inteligencia artificial. Le da las instrucciones de lo que quiere y en cuestión de minutos tiene el diseño que le encargaron.
El resto es calcarlo en una tela y hacer lo que mejor sabe: bordarlo.
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