Los prototipos de belleza. La presión social. La mirada ajena. Todo un combo que hasta hace unos años llevaba a que muchas mujeres disconformes con su figura se hicieran implantes de mamas. Pero la tendencia está en franca regresión. Tanto que cada vez son más las que deciden sacárselos para volver a lucir su cuerpo natural.
El fenómeno es mundial. Según la Asociación Internacional de Cirugía Estética, en los últimos cinco años aumentaron, en promedio de todos los países, un 46% los casos de mujeres que se explantan las prótesis mamarias.
Y Argentina no es la excepción. Aunque no hay estadísticas oficiales, Alberto Rancati, director del área de cirugía estética del Hospital de Clínicas, estima que estas intervenciones se duplicaron en los últimos años.
Sofía, de 31 años, es un ejemplo del fenómeno. A los 21 decidió cumplir el sueño que tenía desde su adolescencia: ponerse prótesis para tener las “lolas” más grandes. “Vivía acomplejada con el tema. Hasta mis hermanos me cargaban”, recuerda.
Lo mismo le pasaba a Vanina. Tenía 24 años cuando se operó para ganar volumen en los senos. “Al principio estaba re feliz. Me encantaba verme así”, cuenta.
Pero todo cambió para ambas. Con los años, lejos de disfrutar de su nuevo cuerpo, empezaron a padecerlo. Y hace poco tomaron la decisión de dar marcha atrás: se explantaron las prótesis.
En el caso de Vanina por dos motivos: porque quiso reconciliarse con su verdadero cuerpo y porque empezó a sentir dolores físicos producto de los implantes de silicona, trastorno conocido como Síndrome ASIA.
Y Sofía dejó de estar a gusto con su nueva imagen. Para ella el sueño se había convertido en pesadilla. Por eso ahora afirma con alivio: “Siento que me saqué una mochila que llevaba encima. No en la espalda. En el pecho”.
Agradecimiento: Vanina Sánchez: @lalocadelasenergias
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