En Vidalinda cada persona tiene su departamento, su intimidad, su vida cotidiana. Pero también hay espacios comunes —como una cocina, un salón de usos múltiples, una huerta— donde se comparten actividades, decisiones y momentos.
El proyecto nació del deseo de envejecer acompañados, sin perder autonomía. Y se sostiene sobre una premisa sencilla pero poderosa: vivir cerca, no para hacer todo juntos, sino para saber que hay alguien al lado.
No es un geriátrico, ni una residencia asistida. Vidalinda es una forma concreta de vivir la vejez con libertad, cuidado mutuo y comunidad. Una experiencia que demuestra que el modelo de vivienda colaborativa o cohousing es posible también en nuestro país.
Como dice una de sus habitantes: "No estoy sola. Y eso, a esta edad, lo cambia todo".
Comentarios