Herederos: Guillermina y Nazareno, los hijos de Alfredo Casero

Nazareno encara proyectos de actuación cada vez más desafiantes, prepara nuevos trabajos para un futuro próximo. Guillermina, quien dio su primera nota en televisión, se dedica a la peluquería, es locutora y actúa.

Alfredo Casero como padre ha sido “una obra de arte”, según Nazareno. Con límites inentendibles e injustificados, bullicio y risas, se criaron sin órdenes establecidos. Recuerdan haber pasado por carencias económicas, pero siempre buscando ideas para salir adelante. Alfredo, por ejemplo, adiestraba perros.

Recuerdan varias mañanas en las que se despertaron con sobresaltos. Casero padre les decía a sus hijos que su madre había fallecido, y en otras ocasiones hacía sonar una sirena de barco.

Cuando Alfredo entra en la fama con Cha Cha Cha, ya lo empezaban a parar en las calles. La familia lo acompañó en sus nuevos desafíos, e incluso se involucró en algunos trabajos del actor. Nazareno, por ejemplo, iba al set y participaba en el sketch “Alumno Capusotto”.

Los hijos Casero apoyan que su padre tenga opiniones honestas, y que no las oculte. No quieren que sufra consecuencias por decir lo que piensa, pero admiran su valentía. Según Nazareno, Alfredo es coherente a él mismo, su vida la hace una obra de arte, y su enojo forma parte también de una expresión artística.

Como padre, el reconocido actor ha estado en las buenas y malas. Guillermina ha transitado una difícil historia de amor tóxico, que la mantuvo alejada de su familia durante años. Gracias a la ayuda de sus padres, hermanos y amigos, logró salir de su compleja realidad, para volver a ser ella misma. Fortalecida y empoderada -luego de haberse aislado y apartado- decidió dar en este espacio su primera nota en televisión. 

De Alfredo, tanto Guillermina como Nazareno aprendieron lo positivo y negativo. No olvidan un principal consejo recibido: “boxeá bien, y el knock out viene solo”.