Creció de la mano de una madre expuesta, ampliamente conocida. En su infancia, recuerda pedirle a Graciela que lo acompañe al kiosko con un vestido de lentejuelas rojo. Le divertía simular que estaba acompañado de su novia. Pero en la escuela la situación se tornaba difícil, no olvida las cargadas de sus compañeros cuando se remitían a la imagen de su madre.
Más allá de cualquier tipo de comentario recibido, Francisco vivió con una mamá presente en los momentos que más la necesitó. Como ser cuando sufrió un accidente automovilístico en México, cuya recuperación fue realmente dura. Graciela se mantuvo siempre al lado suyo.
La profesión de esta mujer fatal, según recuerda Francisco, no la abstuvo de ser una madre presente en la educación académica de sus hijos. Les pedía que tengan buenas calificaciones y hacía un seguimiento de los boletines escolares.
Pasado el tiempo, ninguno de los 3 hijos de Graciela se dedicó a actividades artísticas. En cuanto a Francisco, estudió tanto en el país como en el exterior.
Es abogado, con maestrías y especializaciones en derecho penal, crimen organizado y terrorismo. Cuando revive sus títulos, entiende que "la manzana no cae lejos del árbol" y se remite al incentivo generado por su madre.
Sonríe, y aunque su camino sea ampliamente distinto al de su mamá, recuerda las lecciones recibidas de su parte, y le agradece.
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