Eliana es tucumana, se había separado de su exnovio con quién había compartido fotos sexuales.
Al poco tiempo recibe un mensaje por Facebook de la nueva pareja de él dónde le avisa que tiene sus fotos, ella no dudó, sabía de qué fotos le estaban hablando.
Al principio se preocupó e intento hacer la denuncia, pero nadie se la aceptaba porque no estaba cometiendo ningún delito.
Pasaron dos meses y un amigo de ella le escribe advirtiéndole que tenga cuidado con quién compartía fotos, porque las había visto en un grupo de Telegram donde alguien las había publicado.
Eliana no podía creer lo que le estaba pasando. Le pidió a su amigo que le pase captura de pantalla, pero no quiso ayudarla. Solo le pasó una parte de la conversación, pero cometió un error, aparecía el nombre. Lo buscó y lo encontró.
Le pasó los datos del grupo donde pasaban ese contenido, Eliana se infiltró, cambio su foto, su nombre, todos sus datos.
Se obsesionó con el grupo, se indignó con la impunidad con la que se pasaban contenido sexual, empezó a ver que publicaban fotos y videos de otras chicas a las que les pasaba lo mismo que le había pasado a ella.
Decidió que ella algo podía hacer y comenzó a pasarles la captura de pantalla para que ellas puedan denunciar, sabiendo quien era la persona que estaba difundiendo.
Pasó muchas noches leyendo, mirando, buscando. En un momento la empezaron a contactar muchas chicas que estaban viviendo lo mismo que ella, hicieron una red y todas juntas propusieron una ley para que la difusión de contenido sexual sea un delito.
Lo lograron, se convirtió en ley, pero todavía faltan discutir las penas para quienes compartan éstas fotos. Eliana sigue infiltrada en los grupos, su tarea no terminó.
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