Micaela vivía en un barrio muy peligroso, su mamá siempre le decía: "Cuando escuchen tiros tírense al piso". Una noche, estaban sus hermanos durmiendo y empezó un tiroteo. Todos se tiraron al piso, pero un primo de Micaela entró a la casa y, para protegerlo, se levantó. Una bala entró por la ventana y le cortó la médula.
Quedó parapléjico, después de estar un mes y medio internada volvió a su casa en silla de ruedas. Cuando tuvo 13 años le dijeron que no iba a poder tener hijos y ella se quedó con esa idea para siempre.
Era adolescente cuando José, que era un conocido de la familia, le dijo que le gustaba mucho y que quería ser su novio, pero ella lo rechazó. Él nunca se alejó, seguía mandando mensajes, compartiendo algún desayuno o alguna visita.
Hasta que un día, cuando tenía 23, Micaela lo invitó a ver una película y desde ahí se enamoraron y no se separaron más.
Después de unos meses juntos, Micaela empezó a tener algunos síntomas, estaba segura de que no podía ser un embarazo porque, como le habían dicho, no podía ser madre.
Se hizo un test, para sorpresa y alegría de todos Micaela estaba embarazada. 9 meses después nació Agustín, que hoy tiene 2 años.
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