Gastón está desahuciado. Desde chico, tenía el sueño de ser abogado. Y hasta hace unos días creía que lo iba a poder cumplir. Pero la cuota de la universidad privada le aumentó tanto que tuvo que tomar la decisión más dolorosa: abandonar la carrera.
A sus 44 años, en marzo pasado, Gastón había empezado sus estudios en la Universidad Kennedy. Era la única que le ofrecía la posibilidad de cursar de manera virtual, algo imprescindible para él dadas sus obligaciones laborales.
El primer mes pagó una cuota de 123 mil pesos, pero los aumentos fueron superando cada vez más a sus ingresos.
Ya en mayo tuvo que abonar 156 mil pesos y quedó con la soga al cuello. Pero esta semana recibió el tiro de gracia. Le enviaron la tarifa para el segundo semestre con más de un 60% de aumento.
“Tengo que pagar 256 mil pesos y lo van actualizando todos los meses. Es la mitad de mi sueldo. Y con eso vivimos mi mujer y mi hija. ¿Cómo hago?”, se pregunta Gastón, totalmente resignado.
Ya había cursado las primeras cuatro materias, estaba lleno de ilusiones, pero no tuvo opción. Quedó trunca su carrera. Y lo que es peor, también su sueño de chico.
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