Al frente. Al contrafrente. Mirando a una avenida. A una plaza. Más altos. Más bajos. Balcones hay para todos los gustos. Pero los del edificio de Virrey Cevallos y San Juan, en San Cristóbal, tienen algo distinto a todos: dan al mural más grande y famoso de Diego Maradona.
Y sus vecinos lo viven a pura emoción. Diego es uno más de ellos, dicen. Por eso también se sintieron atravesados por el escandaloso desenlace del juicio por su muerte.
Yoli es una ellas. "Yo miro el mural y le hablo. Es como un amigo, Diego", dice.
Por eso todavía le dura la indignación por lo que sucedió con la jueza Julieta Makintach y que derivó en la anulación del juicio.
A Cristina le pasa lo mismo. Ella vive en el último piso. Tiene una vista privilegiada del mural. "Cada vez que me levanto lo miro a Diego y lo saludo", cuenta. Y agrega: "ojalá algún día lo dejen descansar en paz".
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