Cada trabajo tiene sus temporadas altas. Para algunos es el frío. Para otros el calor. Pero para quienes dan clases de apoyo escolar no importa el clima. Lo único que importa es que llegue noviembre, cuando reciben un aluvión de chicos desesperados por “levantar” las materias antes del fin de clases.
Antonella puede dar fe de eso. Da clases particulares de inglés y en las últimas semanas el trabajo le aumentó un 50%. “A último momento los chicos quieren aprender lo que no aprendieron en el año”, cuenta.
Por eso no solo tuvo que agregar horas a su trabajo -está haciendo 12 por día- sino que además empezó a trabajar los sábados. “Es estresante, pero hay que hacerlo, mucho más porque después tenemos el parate de enero”, explica.
En el caso de Mónica, quien da clases de matemática y contabilidad, no notó tanto el aumento de la cantidad de alumnos como el de la cantidad de horas. “Capaz no son muchos nuevos los que vienen, sino que los que ya venían ahora toman muchas más horas, incluso los fines de semana”, dice.
La especialidad de Mirta es física y química. Pero le ocurre lo mismo. Tanto que para poder atender la demanda de estas semanas del año tuvo que armar grupos de alumnos. Es que para las clases individuales no le alcanzan las horas del día.
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