Hay quienes desde chicos acumulaban compulsivamente, acaso sin saberlo. Desde coleccionar ramas, hasta reunir montones de ropa vieja y no poder desprenderse de ella. Con el paso del tiempo eso se ha traducido en guardar teléfonos y computadoras sin uso en sus departamentos; apilar miles de papeles ya inútiles; vivir en soledad sin invitar gente por vergüenza; ocultar su padecimiento.
El entorno en varios casos intenta ser una ayuda. Amigos o familiares muchas veces proponen acercarse para tirar lo que entienden por “inutilidad”, pero para quienes acumulan no existe tal denominación. Su propia mente los convence de que todo lo que han guardado por años tiene una función y que pueden llegar a necesitarlo en cualquier momento. Por eso, para ellos, tirar objetos puede significar olvidar o deshacerse de partes propias de la persona.
Dentro de la rama de acumulación, se encuentra el Síndrome de Diógenes, que se refiere más específicamente a la acumulación de residuos u objetos encontrados en la calle. Tal es el caso de Jorge y el padre de Ana, que viven con dicha dificultad. Esto mismo les causa grandes conflictos con vecinos o con familiares, debido a la suciedad resultante de sus prácticas acumulativas.
Norma, por otro lado, no entraría dentro de esta calificación. Se considera a sí misma una persona que acumula y entiende las complejidades que eso causa en su vida, pero no trae residuos ni objetos callejeros a su casa. A pesar de la cantidad desbordante de cosas que guarda, intenta dentro de lo posible mantener su limpieza.
La acumulación, entonces, no es una simple decisión personal. Es, como se aclaró al comienzo, una problemática de salud mental, que puede tratarse psicológicamente. Antes de eso, sin embargo, es fundamental que la persona acepte su trastorno y quiera realizar un cambio en sus prácticas diarias.
Agradecimiento a Leonel Chainski
Comentarios