A plomeros y gasistas la cantidad de clientes les bajó en el último tiempo. Y aun así, aunque suene contradictorio, muchas veces los rechazan. ¿Por qué? Porque ahora hay pequeños trabajos que ya no les rinden.
"Si tengo que ir a cambiar un cuerito muchas veces digo que no", cuenta Javier. "Con lo que gasto en nafta y que a veces tenés que sumar el estacionamiento, no me rinde", agrega.
Todo es una cuestión de costo-beneficio. La cuenta no les cierra.
"Si tenés que trasladar todo lo que gastás en transporte al precio, no te lo pagan, así que tenés que decir que no cuando es un trabajo chico", sostiene Carlos, gasista matriculado que vive en Capital y dejó de ir a provincia por esta razón.
Lo mismo le pasa a su colega Javier. "A veces hasta prefiero explicarles por teléfono cómo reparar algo que tener que ir yo", dice.
Lo curioso es que trabajo no les sobra. Al contrario, cada vez tienen menos. Paradojas de la crisis.
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