Sin embargo, al día siguiente, durante una visita no anunciada a las obras de restauración en la Basílica de San Pedro, Francisco fue asistido nuevamente con oxígeno, en un entorno de mayor exigencia física. “Se mostró muy emocionado, saludó a las restauradoras y rezó ante la tumba de Pío X”, reveló la agencia ANSA.

Monseñor Valerio Di Palma, presente durante el recorrido, relató: “Mi visión se nubló por las lágrimas, ni siquiera pude tomar una foto”. La escena mostró la fragilidad del papa, pero también su determinación de seguir activo en medio de la recuperación.

El regreso progresivo del sumo pontífice a sus compromisos públicos llega tras cinco semanas de internación, y marca un equilibrio delicado entre su rol institucional y los cuidados médicos que requiere.