Portada  |  19 junio 2019

Granjas de cadáveres, el lugar donde el olor a muerte hace llorar los ojos

Se trata de cementerios forenses donde cuerpos humanos se descomponen a la intemperie y prestan servicios a las Policía estadounidense para intentar esclarecer crímenes.

Internacionales

De lejos parece una pradera ideal para dar un paseo, pero al adentrarse en los matorrales un fuerte hedor a muerte hace llorar los ojos. El día es soleado y se sienten más de 30º de temperatura, el aire es húmedo y pesado en el sur de Florida, Estados Unidos, donde funcionan "granjas de cadáveres", un laboratorio forense a la intemperie, que fue el lugar que eligió BBC Mundo para su reporte "Qué son las "granjas de cadáveres" donde los cuerpos humanos se descomponen a la intemperie (y por qué causan controversia incluso entre científicos)".

En el terreno de poco más de una hectárea hay 15 cuerpos humanos desperdigados. Están todos desnudos, algunos encerrados en jaulas metálicas, otros cubiertos con un plástico azul, otros enterrados y otros directamente a la intemperie.

Se lo llama "granja de cadáveres", aunque los científicos prefieren llamarle cementerio forense o laboratorio de tafonomía, que es el área que estudia lo que ocurre con un organismo luego de su muerte.

Esta "granja" es un laboratorio de antropología forense a campo abierto de la Universidad del Sur de la Florida (USF), que opera desde 2017 en el condado de Pasco, a 25 minutos de la ciudad de Tampa. Está ubicado en una zona campestre, a un costado de la cárcel del condado. 

Los investigadores visitan la granja cada día para tomar fotos y videos, observar cómo evoluciona el cuerpo y comparar el proceso de cada uno según cómo y dónde esté ubicado, ya sea enterrado, en la superficie o incluso en el agua.

Junto a los forenses también trabajan geólogos y geofísicos que analizan el suelo, el agua, el aire y la vegetación. Les interesa saber de qué manera las sustancias que libera el cuerpo inerte cambian las propiedades del lugar donde se descomponen. Cada cuerpo forma una silueta de hierba muerta, pero luego, en esa misma porción de terreno, crecerá un arbusto vigoroso, más alto que los demás.

"Tratamos de obtener la mayor cantidad de información de cada individuo", dice Erin Kimmerle, directora del Instituto de Antropología Forense de la USF. 

En Estados Unidos hay siete de estos sitios. También hay en Australia, y en países como Canadá y Reino Unido hay planes de abrir sus primeras granjas este año.

¿De quiénes son estos cadáveres?

Desde su apertura en octubre de 2017, el cementerio forense recibió 50 cuerpos de donantes y tiene una lista 180 predonantes, es decir, personas vivas que ya decidieron que al morir quieren entregarse, literalmente, a la ciencia.

Los donantes son en su mayoría personas ancianas que ya comienzan a planear sus últimos años de vida.

"Es como planear tu profesión post mortem", dice Kimmerle. Es como si los donantes ayudaran a resolver crímenes después de muertos.

Entre las restricciones que hay para donar el cuerpo está no padecer una enfermedad infectocontagiosa que pueda poner en riesgo a las personas que luego estudiarán el cadáver.



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