Cuanto más se va acercando la nave Dawn a Ceres, ubicado entre las órbitas de Marte y Júpiter, más sorpresas encuentra. Si primero fueron unas manchas brillantes en el interior de uno de sus cráteres, ahora es este montículo que muestra "pendientes pronunciadas" y que sobresale en un lugar "relativamente plano".
"La superficie de Ceres reveló muchas características interesantes y únicas. Por ejemplo, las lunas heladas en el Sistema Solar exterior tienen cráteres con pozos centrales, pero en Ceres son mucho más comunes", explicó la investigadora principal, Carol Raymond. A su juicio, "estas y otras características" permitirán a los expertos "comprender la estructura interna de Ceres que no se puede percibir directamente".
La nave Dawn estuvo estudiando el planeta enano en detalle en los últimos días, a algo más de 4.400 kilómetros de distancia. En las últimas observaciones, se logró también una nueva visión de sus misteriosos puntos brillantes, situados en un cráter de aproximadamente 90 kilómetros de ancho. Las nuevas fotografías muestran, incluso, unas manchas más pequeñas que antes no estaban visibles.
Ahora se pueden ver, al menos, ocho puntos de brillo junto al punto de mayor tamaño y que, según los científicos debe tener, aproximadamente, nueve kilómetros de ancho. Los científicos barajan que se trate de un material altamente reflectante, como hielo o sal. Sin embargo, la NASA advirtió que no se descartan otras muchas posibilidades.
La misión Dawn, cuyo costo es de 450 millones de dólares, fue lanzada al espacio en septiembre de 2007. Su primer objetivo fue estudiar el asteroide gigante Vesta, considerado el segundo objeto celeste más grande del principal cinturón de asteroides, tras Ceres. Así, entre 2011 y 2012 pasó 14 meses investigando y fotografiando al asteroide Vesta, que tiene un diámetro de unos 525 kilómetros. Ceres, por su parte, mide 950 kilómetros de diámetro. Ambos orbitan alrededor del Sol.
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