El evento se desarrolló sin incidentes y bajo vigilancia de la policía, consignó la agencia de noticias AFP.
Un centenar de personas, entre transeúntes, curiosos y periodistas, presenciaron la quema organizada por Salwan Momika, un iraquí de 37 años que huyó de su país y se instaló en Suecia.
Momika pisoteó el libro sagrado musulmán antes de introducir fetas de panceta entre sus páginas y quemar algunas de ellas.
La Policía sueca informó hoy que autorizaba esta protesta, pese a que su autor ya había anticipado que planeaba quemar un corán.
"La Policía autoriza la reunión" debido a que "los riesgos de seguridad" ligados a la quema "no son tales como para prohibirla", señaló en su decisión.
En enero, la quema de un corán frente a la embajada turca en la ciudad desencadenó semanas de protestas y llamamientos al boicot de productos suecos.
El episodio también dilató aún más el proceso de adhesión de Suecia a la OTAN, que Turquía todavía bloquea.
En la demanda de permiso de manifestación de hoy, el organizador dijo querer "expresar (su) opinión sobre el corán".
La Policía prohibió dos protestas similares el 6 y 9 de febrero, aduciendo que suponían riesgos para el orden público.
Los manifestantes apelaron la decisión y un tribunal administrativo les dio la razón a principios de abril. A mediados de junio, un tribunal de apelación confirmó la sentencia en primera instancia.
Sobre la base de esos dictámenes, la policía decidió autorizar esta última manifestación, a pocos días de la cumbre de la OTAN de Lituania el 11 y 12 de julio, en la que Estocolmo espera avanzar en su proceso de adhesión a la Alianza Atlántica.
Según la Policía, la destrucción de ejemplares del corán con fuego es un fenómeno en aumento en el país, lo que convirtió a Suecia en "un objetivo prioritario para los atentados".
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