Portada  |  17 diciembre 2020

En hora pico y a dos cuadras del Obelisco: la increíble historia del robo (casi) imposible al Banco Galicia

Pasó en 2011. Prendieron fuego un auto, hicieron una amenaza de bomba, explotaron un cajero y cortaron la calle para distraer a la policía. Se escaparon con 750 mil dólares sin disparar un solo tiro.

Mauro Szeta

Por Bárbara García Crespo y Agustín Monguillot

Era un robo imposible. Un banco en el punto más custodiado de la Ciudad de Buenos Aires, donde circulan más personas y vehículos que en ningún otro lugar del país. Hasta que una banda decide desafiar las leyes del hampa con un plan calculado al milímetro, una ejecución maestra y una huida cinematográfica con 3 millones de pesos sin disparar un tiro. No tendrá la fama del Robo del Siglo, pero el golpe comando al Banco Galicia debe estar entre los más osados de la prolífica historia criminal argentina.

Roque Sáenz Peña 865, la ubicación. A dos cuadras del Obelisco y a cinco de la Casa Rosada. Cinco de la tarde, la hora señalada. Que hayan elegido hacerlo un 18 de enero no es producto de la casualidad: la circulación de personas disminuye notoriamente por las vacaciones de verano. Aún así, ¿te arriesgarías a robar en hora pico en la boca del lobo?

EL DISPOSITIVO DE DISTRACCIÓN

Si existiera un manual de cómo robar un banco, probablemente el primer paso sería pensar en un dispositivo de distracción. Tratándose del Microcentro porteño, había que pensar algo que llamara poderosamente la atención. Entre las 16.50 y las 17.00, la banda llevó a cabo cuatro pasos tan increíbles como efectivos.

El primero fue prender fuego un auto estacionado en la Avenida de 9 de julio y Tucumán, a metros del Teatro Colón. Esto generó que se movilizaran bomberos y policías. Cinco minutos después, hicieron una amenaza de bomba en un local de hamburguesas de la zona. Cinco minutos después, detonaron una bomba Molotov en un cajero automático del banco Supervielle en la esquina de Lavalle y Montevideo.

Faltaba allanar el terreno para la huída. El último paso fue disfrazarse de operadores viales y cortar la calle con conitos para que no hubiera circulación por Roque Sáenz Peña. Jaque mate. La seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, burlada en 10 minutos. El banco estaba a su merced.

ROBO Y HUIDA CINEMATOGRÁFICA

El reloj marcaba las 17.15 cuando los integrantes de la banda ingresó al banco con las caras cubiertas. A esa hora, la atención al público había terminado y los empleados estaban con el arqueo de caja. ¿Cómo entraron si estaba cerrado? Usaron un ariete policial y rompieron el blindex que separaba los cajeros del interior. Pusieron un cartel que decía “cajero cerrado por desperfectos” para ahuyentar a la gente y se quedó una mujer haciendo de campana.

En segundos, redujeron al único custodio que había en la sucursal y le sacaron su arma. Se dirigieron al primer piso en busca de su botín. Doce minutos les tomó cargar dos millones y medio de pesos, 90.000 dólares, 30.000 euros y cerca de 70.000 pesos en cheques de viajero; a la cotización de la época, unos 750.000 dólares. Habían logrado el robo imposible

LES GANÓ LA AMBICIÓN

Los investigadores no la tuvieron fácil porque la banda no había dejado rastros. Empezaron a cruzar llamados y analizaron las cámaras de seguridad. Tenían ciertos indicios de que parte del operativo podría haber sido digitado desde de la Unidad Penitenciaria N°39 de Ituzaingó y que el robo al banco era la primera parte de un plan que involucraba como segunda fase ayudar a fugarse a los integrantes que estaban presos.

Lo que seguramente no esperaban era que estos profesionales del hampa dejaron pistas más adelante en la línea del tiempo. Lejos de guardar la plata, la empezaron a gastar en la compra de inmuebles. Todas las transacciones fueron gestionadas por la integrante mujer de la banda.

Así fue como los acusados fueron detenidos el 7 de julio de 2011 por detectives de la División Investigación Federal de Organizaciones Criminales (DIFOC) de la Superintendencia de Investigaciones de la Policía Federal, luego de una serie de 12 allanamientos concretados en la Capital Federal y el conurbano bonaerense.

Había ex policías, presos y hasta un contador del banco que habría hecho de entregador. Los detenidos fueron identificados por la policía como Héctor Ferreri, ex cabo de la PFA; Adrián Federico Romero (ex PFA) Donato Serio (contador); Nadia Luján Rey; Marcelo Fabián Tejera, Gustavo Arce, Roberto Carlos Taboada y Máximo Lemos Ibarra, estos dos últimas ya presos en el penal de Marcos Paz.

Un final inesperado para esta banda de delincuentes profesionales, que ejecutó un robo que desafió toda lógica. Al día de hoy seguirían prófugos, pero les ganó la ambición. Y eso, en el mundo del hampa, es un error imperdonable.

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