Hambriento a pesar de su larga y exitosa temporada, el Paris Saint-Germain volvió a dar el golpe al dejar en ridículo al Real Madrid de Kylian Mbappé con la contundente goleada 4-0. Ahora tiene la vista puesta en la final del Mundial de Clubes contra el Chelsea.
Los Blues del entrenador italiano Enzo Maresca deben de tener los ojos bien abiertos de cara a la final, que se jugará el domingo (a las 16, por la pantalla de Telefe) en el MetLife Stadium, mismo palco de la semifinal ante los españoles, a las afueras de Nueva York.
Los 77.542 espectadores que presenciaron alrededor del rectángulo verde la humillación de los merengues debieron quedar atónitos ante la exhibición de los parisinos, que jugaron de visitantes ante la marea de camisetas blancas. Los campeones de Europa demostraron brillantemente la superioridad de su estilo basado en una presión de alta intensidad, que provocó errores defensivos de Raúl Asencio y Antonio Rüdiger.
En el otro extremo del campo, las actuaciones de Mbappé, que se reencontró con su exequipo, y Vinícius Jr, trotando durante la mayor parte del partido, ofrecieron un llamativo contraste. El secreto del gran nivel del PSG a lo largo del último año deportivo lo reveló Vitinha, el superlativo mediocampista portugués: "Disfrutamos, todos nos entendemos, incluso los que no juegan tan a menudo como los titulares".
Simbiosis
Según el lateral marroquí Achraf Hakimi, de gran nivel en Estados Unidos, "el trabajo colectivo del equipo ha sido fantástico hasta ahora". "Llevamos dos años trabajando con el mismo entrenador y estamos contentos con la dinámica del equipo. Tiramos en la misma dirección y estamos unidos", explica.
Esta simbiosis pone aún más de relieve la increíble capacidad atlética y técnica de los jugadores del cuadro francés, desde las carreras de regate de Hakimi hasta los inteligentes pases de Vitinha y la eficacia en la presión y frente al arco de Ousmane Dembélé.
"Llevan dos años jugando juntos y desde febrero juegan al más alto nivel. No somos el primer equipo que pierde contra ellos, así que es difícil jugar contra ellos", admitió el entrenador madridista, Xabi Alonso. El artífice de esta obra de alta calidad futbolística, el técnico español Luis Enrique, atribuye a la "generosidad de los jugadores" el crecimiento de su equipo, considerado por muchos el mejor del mundo en la actualidad.
"A partir de enero hemos marcado no sé cuántos goles y destacado en las estadísticas defensivas", dijo. "No pensábamos obtener tan buenos resultados, la verdad", soltó espontáneamente, reconociendo que la dirección del club le había dado plenos poderes desde su llegada en el verano de 2023.
¿Repóquer?
A finales de mayo, los parisinos ya habían ganado la Liga de Campeones de Europa gracias a su superioridad en todos los aspectos contra el Inter de Milán (5-0). El gran mérito del equipo fue entonces aprovechar este impulso para brillar en el Mundial, imponiéndose al cansancio y al éxtasis de haber levantado la Orejona por primera vez.
Una muestra de orgullo fértil, que contará para algo la próxima temporada, cuando tengan que defender los cuatro títulos conquistados hasta el momento: liga, supercopa y copa francesas y la Champions.
Por el momento, los parisinos tienen la vista puesta en el gran y pesado trofeo dorado del Mundial, y en un posible quíntuplete.
"Es un objetivo que tenemos desde el principio, pero es difícil de conseguir, muy pocos equipos pueden hacerlo, solo queda un partido para escribir y construir la historia", declaró Luis Enrique. "Acabamos de hacer una temporada histórica, que puede llegar a serlo aún más. Vamos a darlo todo en la final, y será difícil que ningún club pueda repetirlo en el futuro", añadió Vitinha.
Pero cuidado, advirtió el centrocampista portugués. Contra los Blues, un equipo de resultados pero poco brillo futbolístico, "va a ser un partido difícil, es una final. Vamos a descansar bien porque acabamos de poner mucho corazón en este partido, y luego analizaremos los puntos fuertes del Chelsea".
AFP
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