La vida de Ángela siempre estuvo ligada a la música: en su casa el radiograbador estaba prendido todo el día y su abuelo escuchaba chamamé.
Comenzó a cantar en los actos escolares. Era tímida pero lentamente fue venciendo sus temores.
Se mudó a Temperley desde Tandil y conoció la cumbia. Gracias a su padre se anotó en un concurso de talentos de Pasión de sábado y lo ganó.
Cuando llenó el Luna Park su sueño se hizo realidad.
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