Gonzalo tuvo un sueño de chiquito: ser jugador de la Selección Argentina. Se propuso llegar, jugó al fútbol con los hermanos, en la escuela y de niño se anotó en cuanto torneo había.
Al momento de probarse en cancha de once notó que su condición física no le iba a permitir seguir adelante. Por su baja estatura no corría al mismo ritmo que sus compañeros.
De todas formas, siguió jugando en el barrio hasta que alguien que lo vio lo convocó a la Selección Argentina de talla baja, con la que este año salió campeón del mundo.
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