Laura no viene de familia de artistas. Creció viendo Chiquititas y eso fue su inspiración.
En la escuela armaba coreos en los recreos y las bailaba para sus compañeros en la escaleras. A los 16 años hizo su primer casting y la tomó Pepito Cibrián para ser reemplazo, ahí empezó a soñar con tener un rol protagónico algún día.
Hoy su cara está las marquesinas de los teatros porteños
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