Durante los 60 km Roberto Funes Ugarte fue recorriendo y conociendo el trabajo de muchas personas que habitualmente no vemos.
Se encontró con mujeres que cocinan una semana antes para llegar a darle de comer a todos los caminantes de su parroquia, enfermeros y rescatistas que ayudan a cada una de las personas que se descompone en el camino.
Masajistas y kinesiólogos, médicos y ambulancias, todos al servicio de los peregrinos que caminan sin parar con un sólo fin, llegar a ver a la Virgen.
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De repente en el medio del camino, una chica se estaba bautizando. Lo decidió hacer en ese momento, mientras iba caminando, porque su familia nunca la había bautizado cuando era chica. ¿El padrino? Su papá que la acompañaba en el caminar.
La llegada de fieles a la basílica sucedió durante todo el día, gente que no paraba de entrar a agradecer a la virgen. Sacerdotes que subían a un escenario donde se sucedían las misas unas detrás de otras.
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