"La reciente crisis en la provincia de Buenos Aires, que involucra al primer candidato de La Libertad Avanza, nos obliga a mirar más allá del escándalo puntual y preguntarnos por los valores que sostienen —o deberían sostener— nuestra vida pública", advierte el presidente del Partido Demócrata Cristiano metropolitano, Gustavo Díaz Nóblega.
En tiempos donde la política parece haber sido reducida a relatos y marketing, y el uso de algoritmos para esparcir mentiras y resentimiento, conviene volver a pensar qué tipo de democracia queremos construir.
Jonathan Swift, en su breve pero incisivo libro "El arte de la mentira política", expone con ironía cómo la falsedad se convierte en herramienta del poder. Aunque escrito en el siglo XVIII, su crítica resuena hoy con fuerza. En contraste, el pensamiento demócrata cristiano sostiene que la política se hace diciendo la verdad. Condición necesaria para el buen gobierno y la democracia. "Si no se puede decir la verdad, el silencio es preferible a la mentira", postula Díaz Nóblega.
La política argentina ha sido testigo de una estrategia que, bajo el lema de combatir “la casta”, demonizó a los partidos, a los políticos y a la política misma. "Este discurso, que canalizó el hartazgo ciudadano, terminó por vaciar de sentido la participación pública. Muchos argentinos huyeron de la política, dejándola en manos de mediocres, delincuentes e ineptos. Y cuando la política cae en manos de quienes no la entienden como servicio, sino como negocio o espectáculo, inexorablemente se debilita. La consecuencia se hizo sentir. Tanta critica a la “casta” para quedar expuesto como un candidato financiado por el narcotráfico", critican.
Desde la DC se refieren al caso de José Luis Espert: "El candidato que se jactaba de su ética fue descubierto. Quiso corregir la situación mintiendo, y fue peor. La operación para excluirlo de la lista, aunque pone en jaque al Ejecutivo Nacional, también reconfigura el escenario electoral". Y agregan que "paradójicamente, podría beneficiar al oficialismo más que a quienes operaron el escándalo".
"Si bien está en juego el alma de nuestra democracia, esta acción pondrá la lupa sobre todos, y con ayuda de las redes, demonizarán nuevamente a la política", indican.
"La verdad, la ética y la participación ciudadana no pueden ser reemplazadas por slogans ni por estrategias de marketing. Si queremos recuperar la política como herramienta de transformación, son los ciudadanos de bien quienes deben asumir el desafío de involucrarse. No basta con indignarse: hay que comprometerse. La democracia no se defiende sola. Se construye todos los días, con verdad, con coraje y con amistad cívica", concluyen.
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