Durante el Foro América Libre celebrado recientemente en Ciudad de México, la opositora venezolana María Corina Machado relató cómo, a pesar de las reformas impuestas al sistema electoral venezolano, la oposición logró ganar las elecciones de 2024. Sin embargo, el régimen se negó a reconocer los resultados y a transferir el poder. Desde entonces, el presidente electo desde el exilio y Machado desde la clandestinidad continúan trabajando por una transición democrática sin recurrir a la violencia. Su estrategia: resistir sin armas, construir sin odio y preparar equipos de gobierno que garanticen una transición ordenada.
En el Foro se expusieron patrones comunes que atraviesan los regímenes autoritarios de la región:
• Pobreza estructural, desigualdad y corrupción como caldo de cultivo para el populismo sin escrúpulos.
• Modificaciones legales sistemáticas: partidos políticos, medios de comunicación, justicia y programas sociales son reformados para sostener el poder y terminan siendo herramientas de control más que de progreso.
• Designación de funcionarios leales que erosionan la credibilidad institucional.
"Lo más inquietante es que estas prácticas no responden a una sola ideología. Fueron señaladas en países tan diversos como México, Nicaragua, Colombia, Venezuela y El Salvador. La ausencia de representantes de otras naciones como Cuba, Perú, Chile o Brasil no impidió que se identificaran tendencias comunes: el debilitamiento de la democracia no distingue colores políticos. Incluso Europa fue mencionada, porque las formas de socavar la democracia —la manipulación legal, el control de medios, la judicialización de la política— son universales. Lo que cambia es el contexto, no el método", señaló el presidente de la Democracia Cristiana porteña, Gustavo Díaz Nóblega, recién llegado del Foro.
"La propuesta del Foro fue clara: urge un nuevo orden mundial. Pero ese orden no vendrá desde arriba, ni desde afuera. Vendrá desde cada nación, desde cada ciudadano que decida no entregar su libertad por un plato de comida, ni su voz por una promesa vacía", afirmó.
"El Nobel a Machado no es solo un reconocimiento: es un llamado a resistir, a construir, a no olvidar que la democracia no se hereda: se defiende", concluyó Díaz Nóblega.
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