Ellos son profesionales dedicados a proteger a personas, propiedades públicas y privadas y, a veces, hasta mercadería.
Si bien pueden tener funciones precisas, desde patrullar áreas y monitorear sistemas de seguridad hasta controlar accesos, responder a emergencias y hacer cumplir políticas de seguridad, ellos no son policías, con quien muchas veces se los confunde.
Pasan muchas horas parados, estando atentos a cada detalle de lo que sucede en su lugar de trabajo, incluso por momentos se torna aburrido y monótono.
Responden a consignas que les fueron dadas por su superior y que a veces son difíciles de acatar por las personas que no quieren respetar esas reglas. Tienen discusiones para hacer que los demás entiendan cuál es su trabajo y que ellos deben cumplir órdenes.
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