"Incluso el conocimiento de mis desaciertos no puede mantenerme libre de errores. Sólo cuando caigo me levanto de nuevo", dijo alguna vez el pintor Vincent Van Gogh, quien fuera diagnosticado, en su época, de padecer probablemente un trastorno bipolar.
Y no es casual que se haya elegido la fecha de su cumpleaños como el Día Mundial del Trastorno Bipolar, un trastorno que en la actualidad afecta a alrededor de 60 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El objetivo de este día es que la sociedad tome conciencia y se informe sobre la patología para así eliminar prejuicios sobre las personas que lo sufren. La enfermedad se suele caracterizar por la alternancia de episodios depresivos y maníacos separados por períodos de estado de ánimo normal.
"La sociedad tiene que perderle el miedo a los problemas mentales. La gente que los padece no es más peligrosa que la población general: las personas con trastorno bipolar, en los episodios maníacos pueden tener algunas conductas de riesgo sólo para sí y fuera de los episodios tienen una vida normal. Es un error pensar que a todas las personas que de un momento a otro les cambia el ánimo sean bipolares", explica el Dr. Julián Pessio, médico especialista en Psiquiatría y coordinador de la Clínica de Trastornos del Ánimo del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).
Se puede llevar una vida normal
Pedro empezó con depresiones en la adolescencia, cada vez más frecuentes y severas, a pesar de los distintos tratamientos antidepresivos que recibía. Como consecuencia de su padecimiento, fue perdiendo amigos y trabajos. Su familia lo acompañaba pero estaban agotados. Luego de un episodio maníaco grave, a los 30 años fue sencillo detectarle el diagnóstico bipolar. La confusión radicaba en que anteriormente le diagnosticaban una depresión unipolar y el trastorno bipolar tratado sólo con antidepresivos suele evolucionar muy mal. Otros confundían los episodios de manía con síntomas psicóticos. Cuando la persona está delirante o con alucinaciones, a veces se piensa que tiene un trastorno psicótico y recibe un tratamiento insuficiente para estabilizar el ánimo. Luego de un año de tratamiento psiquiátrico y psicológico, Pedro logró la estabilidad y recuperó su vida habitual. Hoy a los 33 años trabaja, está en pareja y planea iniciar la universidad que era una cuenta pendiente a sus 18 años.
Atentos al diagnóstico
El diagnóstico bipolar es clínico, esto es, se da a través de la entrevista. No existe ningún método que confirme el trastorno bipolar, pero los análisis de laboratorio y las imágenes de cerebro muchas veces se usan para descartar otras enfermedades que pueden dar síntomas parecidos.
Lo que hay que buscar son episodios depresivos pero lo que fundamentalmente da con el diagnóstico preciso son los episodios de exaltación que son mucho menos frecuentes que las depresiones en general. El paciente puede pasar 34 semanas deprimido y por una semana estar eufórico.
Problemas en la recepción del diagnóstico
El principal problema para recibir el diagnóstico adecuado es que el paciente suele consultar a un profesional cuando está deprimido, justo en el momento en que no recuerda sus episodios de exaltación, porque los suele confundir con episodios normales de alegría. En la depresión se altera la memoria y la atención en forma negativa, entonces se los olvida con muchísima frecuencia.
Por eso, es fundamental entrevistar a un familiar, un amigo o la pareja, lo cual aumenta muchísimo la sensibilidad para el diagnóstico.
Tratamiento
El tratamiento tiene distintos pilares:
- el tratamiento farmacológico: se utilizan distintos fármacos con eficacia comprobada tanto en una depresión como en una manía. Además es muy importante el uso de medicamentos para prevenir los episodios siguientes.
- el tratamiento psicológico: se usan distintas estrategias para poder disminuir el estrés y otros factores desestabilizantes del ánimo, como el consumo de drogas. También se trabaja para que el paciente conozca su enfermedad y pueda detectar los primeros síntomas y así tomar distintas conductas para evitar el próximo suceso. Otro abordaje es con la familia. Algunos pacientes con problemas de atención, memoria y disfunciones ejecutivas, necesitan rehabilitación cognitiva.
Error clásico
El clásico error es decirle a la persona que está deprimida qué es lo que tiene que hacer: poner fuerza de voluntad, que de ellos mismos depende salir de ese cuadro, que no tiene motivos para deprimirse. Estos comentarios bienintencionados dan más culpa y hacen que el cuadro evolucione peor.
"El episodio depresivo es una afección grave, en la que uno de los síntomas principales es el desgano. Pretender que la depresión desaparezca 'poniéndose las pilas' es lo mismo que pedir a las personas con hipertensión que normalicen los valores de presión arterial con su fuerza de voluntad", reflexiona el Dr. Pessio, de INECO.
Informe de Adriana Sandro, Periodista y Lic. en Psicología - MN 53315 |
Twitter: @adriana_sandro
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