Muy poca gente conoce realmente todo lo que logró la revolución del trap en Argentina y un grupo todavía más chico lo valora. Muchos tratan de moda pasajera a los artistas nos representan ante el mundo; se quedan anonadados por su éxito, los envidian, les buscan un error para criticarlos; se focalizan en la figura y se olvidan de hacer una mirada más amplia.
Las estrellas de la música claro que son importantes, son el por qué y para qué, pero a la vez son la punta del iceberg, porque detrás de ellos hay un mundo desconocido por la mayoría, donde nuevas industrias se mueven, generan laburo y permiten a miles de personas cumplir sueños. De la necesidad de contar eso, y también de descubrirlo, nace "Mansión 247: historias de trap".
Una de las historias infaltables, y también una de las principales que motivó este proyecto, es la de Aldi Vega, la famosa "diseñadora del trap". Me contacté con ella, la idea la entusiasmó y nos invitó a conocer uno de sus lugares de trabajo.
Cuando llegué a esa esquina en Lomas de Zamora me paré en frente de un local sencillo, con las persianas bajas y la música muy fuerte, y se me puso la piel de gallina, porque la inquietud del principio me movilizó otra vez.
¿Sabrán los vecinos, la gente que pasa por esta puerta a diario, todo lo que se gesta ahí dentro? ¿Imaginarán las personas que ven a Aldi por la calle todo lo que crea en su cabeza y los lugares donde llega su arte?
Toqué la puerta y ella nos dio la bienvenida a su lugar de una manera dulce, simpática y muy amable. Además, nos esperó con medialunas y las mejores palmeritas de la zona, y pidió que, por favor, nos pongamos cómodos, entendiendo perfectamente a lo que veníamos y por qué.
Fue muy fácil charlar con ella. Se preocupó por contarnos todo lo que necesitábamos y nos permitió hacer tantos planos como quisiéramos. Durante esas tres horas y media, Aldi estuvo a disposición nuestra, comprometida tanto como nosotros en lograr el mejor documental sobre su historia.
Aldi siempre escuchó rap y hip hop, y cuando logró hacer coincidir su fanatismo con su pasión, la cosa todavía estaba muy quieta en el país. A la primera persona que conoce es a Cazzu. Ellas se dan mutuamente un voto de confianza y empiezan a trabajar juntas sin darse cuenta de que cambiarían el rumbo de la juventud argentina.
Lo que empezó como una necesidad de hacerle un mono rojo a una cantante que recién arrancaba, con la que podía caminar por el shopping de San Justo y charlar en un patio de comidas, terminó con dos pibas de veintipico recorriendo el mundo, una con su música y otra con su ropa.
Hace no mucho tiempo Aldi llegaba a laburar a un lugar chiquito, rodeado de amigues con los que chocaba puños y se tomaba una birra. Hoy entra con un pase VIP a la previa de un estadio repleto, donde las nuevas generaciones de músicos la reciben deslumbrados, haciéndole saber el honor que es para ellos ser vestidos por semejante leyenda.
“¿Por qué te siguen eligiendo a vos?”, le pregunté con mucho temor, porque los motivos están a la vista. “Porque siento que lo que hago lo hago muy bien”, me respondió con la sencillez que la caracteriza y sin un gramo de soberbia encima.
Cometí un error muy grave hablando con ella y fue consultarle si alguna vez imaginó diseñar para artistas, queriendo referirme a cantantes. No quería decirlo, ella es una artista y sabía que sería una falta de respeto, pero tenía tan presente esa palabra en la cabeza que, entre la emoción y los nervios, la dije.
“Yo también me considero un artista…”, coló en su devolución de una manera tímida, pero con una seguridad que, otra vez, me impactó y hasta me generó un nudo en la garganta.
Admito también que respiré un montón eh, porque me di cuenta de que no necesita que le digan que es una artista (muchos menos una periodista un poco inexperta), porque si hay alguien que tiene en claro quién es Aldi Vega y por qué es tan importante dentro de la escena urbana, es ella misma.
Sin duda alguna, Aldi es un eslabón más dentro de la revolución de la música en Argentina, y no solo porque se la conozca como "la diseñadora de los traperos", sino porque cada vez que un cantante se sube a un escenario para hacer historia, un pedacito de ella lo acompaña.
Por: Camila Estraviz
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