En cada uno de los casamientos o cumpleaños que se realizan en Argentina existe una cadena de personas que trabajan. Dj, luces, ambientación, maquilladores, peluqueros, catering y fotógrafo, entre otros.
Rocío y Joaquín tenían que casarse el 20 de marzo, pero ese día llegó y aún no pudieron cumplir con su deseo. Ellos esperan, igual que Laura, que es gerenta de un salón de fiestas en Palermo y tampoco puede trabajar. Ya tienen alrededor de 30 fiestas suspendidas y la incertidumbre de cuando se podrá volver a trabajar.
Sebastián tiene una empresa de catering y con él trabajan alrededor de 100 personas por fin de semana. Al comienzo de la cuarentena debió donar comida y bebidas que tenía adquiridas y que no iba a poder usar. También espera que llegue ese momento en que pueda volver a cocinar para agasajar a los invitados de la fiesta.
Claudio tiene una productora, hace fotos y videos, pero ya lleva 60 fiestas suspendidas. Con él trabajan fotógrafos, camarógrafos, editores, una cantidad de personas que dependen de un ingreso que por el momento no están recibiendo.
Gabriel es DJ, y su música no suena desde marzo. Él como muchos otros de su rubro trabajan sólo en los momentos del año donde hay fiestas, piensan en reinventarse, pero no parece fácil cuando uno se dedicó toda su vida a una actividad.
Rocío y Joaquín esperan por su casamiento. Pero Laura, Claudio, Sebastián y Gabriel esperan para volver a trabajar.
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