¿Por qué que te anotaste? ¿Cuántas casas te tocó censar? ¿Cuántas estaban vacías? ¿Cuántos habían respondido el censo de manera on line? ¿A cuántos encontraste durmiendo? ¿Cuántos te recibieron con algo para tomar o comer?
Según contaron, hubo de todo. Primó la buena onda, pero no faltó la excepción. Por suerte, como dice el dicho, igual se confirma la regla.
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