Portada  |  31 julio 2019

El día que un buzo lloró debajo del agua: "Se me inundó la máscara de lágrimas"

Daniel Zuber es instructor de buceo y desde hace 26 años enseña a bucear a adultos y niños. Se especializó en el buceo adaptado para personas con discapacidad, actividad que desarrolló en varios países hasta regresar a Argentina, donde fundó Buceo Sin Barreras, una ONG que tiene como meta crear espacios de inclusión para personas con y sin discapacidad a través del buceo con miembros voluntarios especializados en buceo adaptado en México, Uruguay, Colombia, Chile, Honduras, España y Holanda.

Actualidad

Por Gabriela Cerioli

Buceo Sin Barreras (BSB) es una iniciativa sin fines de lucro compuesta por una red de voluntarios, asistentes y profesionales del buceo formados bajo estándares internacionales que crece desde 2009 y tiene como meta ofrecer el buceo adaptado como una actividad inclusiva alternativa, promoviendo la independencia y mejora del autoestima a adultos y niños con y sin discapacidad.

La actividad de BSB tiene fines recreativos, turísticos, formativos, de rehabilitación, de integración e inclusión comunitaria y social, de acuerdo a la Convención Internacional de los Derechos para Personas con Discapacidad. Para ello realiza Jornadas Inclusivas de Introducción al Buceo, Formación y Capacitación en Buceo Adaptado y Asesoramiento en Directrices de Accesibilidad a través de diversos programas de formación y de acción comunitaria y social.

La última jornada inclusiva tuvo lugar el 20 de julio -Día del Amigo- en la sede de la Agencia Nacional de Discapacidad, donde muchas personas tuvieron la oportunidad de probar los beneficios de la ingravidez en el agua.

"Nuestro trabajo es incluir a través del buceo", señala el director de BSB, Daniel Zuber, instructor de buceo con 26 años de experiencia que se especializó en buceo adaptado para personas con discapacidad.

En una charla que Daniel dio en octubre pasado en la provincia de Corrientes en el marco de Zoomar -una iniciativa que alimenta, potencia e integra personas y proyectos del Noreste Argentino (NEA) con impacto social- relató cómo fue la primera vez que asistió a un soldado israelí veterano de conflictos bélicos en un buceo como rehabilitación. El joven militar -que no necesitó de aletas porque estaba amputado- disfrutó tanto de su práctica subacuática que terminaron abrazados en el fondo del Mar Rojo: "Se me inundó la máscara de lágrimas", recuerda Daniel.

Beneficios del buceo

Como deporte recreativo, el buceo con equipo autónomo es una actividad segura, altamente terapéutica, rehabilitadora e integradora, que amplía las posibilidades vitales de todas las personas, mejorando su calidad de vida.

Con la eliminación de la gravedad, la coordinación y flexibilidad muscular se ven notablemente incrementadas, al igual que la atención y la sincronización del movimiento.

Para cualquier persona (niño o adulto), experimentar el buceo puede tener consecuencias psicológicas muy satisfactorias. "La sensación de independencia y libertad que ofrece la ingravidez subacuática potencia el desarrollo de una actitud positiva y optimista", apunta Daniel.

"En el agua sos libre, nadás con movimientos que no te cuestan y sin la necesidad de un bastón, de una muleta o de una silla de ruedas", contó Andrea Ranucchi en una entrevista con La Nación. Dos años antes, Andrea comenzó a asistir a clases de natación en las piletas del Servicio Nacional de Rehabilitación como parte de su recuperación de una cirugía de reemplazo de cadera. 

El buceo, además, fortalece los vínculos grupales, fomenta el trabajo en equipo, el respeto por la naturaleza, el cuidado de sí mismo y de los compañeros. Ofrece y posibilita un espacio de encuentro, que por sus características iguala a todos, de allí que el eslogan de la ONG sea "En el fondo somos todos iguales".

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